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Eventos
No sé por qué, no me atreví a en entrar en la ermita, preferí esperar fuera encogiendo el cuerpo contra el
suelo, tras unos arbustos de carámbanos. El frió atravesaba mi cuerpo hasta llegar a los mismos huesos. Estaba
anocheciendo cuando las luces de varias linternas me avisaron de su llegada; venían seguidos de sus padres y
completamente en silencio.
Uno por uno fueron entrando y cuando el último desapareció, cerrando la puerta tras de sí, sus padres dieron la
vuelta, emprendiendo el camino de regreso.
Durante un tiempo, no se cuanto, permanecí inmóvil, no me atrevía a respirar por si pudiera ser oído, no
hablemos de hacer el más mínimo movimiento para intentar acercarme. Al cabo de un rato comencé a arrastrarme
hasta la puerta; acerqué la cabeza a ella y escuché, no se oía nada, absolutamente nada. El silencio ahí dentro eran
tan grande como el de fuera, de no ser por los pequeños fulgores de luz que se filtraban por los maderos, nadie
sospecharía que allí hubiera alguien. Sin levantarme del suelo en ningún momento, me dirigí a la ventana que se
encontraba justo en la fachada lateral; con gran sigilo me fui levantando muy lentamente, unas viejas telas
colgaban de la ventana tapándola parcialmente, entre ellas se veían las numerosas velas que alumbraban toda la
capilla. Acomodé bien mis ojos a las rendijas que abrían los jirones de las cortinas y empecé a distinguir las
figuras de los niños, estaban dispuestos formando un círculo con las manos entrelazadas. De pronto no pude evitar
retirarme de forma impulsiva de la ventana y aplastarme contra el suelo, no podía creer lo que había visto.
Respiré profundamente y volví a mirar; aquél animal estaba allí con ellos, me refiero al macho del señor alcalde,
el que estuvo perdido. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, no podía comprender la finalidad de tan atípica reunión.
Deslizándome por el hielo y ayudado por el haz de mi linterna me alejé de allí lo más rápido que pude y volví a
casa.
Lo que antes era una intensa curiosidad, ahora se ha convertido en una obsesión, ese animal al que antes ni
siquiera había diferenciado del resto del rebaño, ha pasado a parecerme la más horrible de las criaturas, solo
pensar en él me produce una mezcla de repugnancia y miedo que en ocasiones me hace incluso vomitar.
Los temblores hoy se han dejado sentir con más fuerza que nunca, seguramente el Mictián; la zona gobernada por
Kisin, se haya llenado, y éste, trate de sofocar la rebelión y trasladarlos a otra zona para dejar sitio a las nuevas
almas. Cada día siento más miedo, quisiera poder chasquear los dedos y aparecer en otro lugar, muy lejos de aquí.
¿Nunca os ha despertado en mitad de la noche, la sensación de ser observados por alguien.
Así me despierto yo noche tras noche desde hace seis años, empapado en sudor y sin querer volver a cerrar los
ojos por miedo a ser despertado de nuevo.
Durante todo éste tiempo siempre tuve el convencimiento de que la desaparición de la luna fue la fuente que
provocó la cadena de hechos que venimos padeciendo; sin embargo ahora estoy seguro de que su marcha solo fue
el primero de dichos sucesos; el primero de los cambios.
He salido ha dar una vuelta, últimamente hay que tener precaución a la hora de salir debido a que los temblores
cada vez son más frecuentes, ahora se dan varias veces al día y cada vez son más intensos.
Envuelto en la bufanda hasta los ojos y con el gorro bien calado para cubrir por completo las orejas me he
acercado hasta el río. Sus aguas continúan heladas, y todo alrededor está muerto; al otro lado, los pastos donde
iban nuestros animales, se han convertido en una estrenas pista de patinaje, no crece nada en el suelo; el ganado se
muere y ya no podemos obtener comida de la tierra, realmente nuestra situación es ya demasiado alarmante.
Estaba pensando en todo esto con los ojos perdidos en aquel paisaje helado cuando me pareció oír un llanto; si,
estaba seguro de que alguien estaba llorando. Busqué a mi alrededor, sin conseguir ver nada y me dirigí hacia la
otra orilla, de donde parecía proceder el lamento pero al llegar allí, inexplicablemente, los sollozos se hacían oír
del lado contrario, me quedé unos minutos parado pensando incrédulo en el origen de su procedencia, cuando
empecé a sentirlos por todas partes, como si estuviera rodeado de un solo llanto que lo abarcaba todo.Encaminé
mis pasos apresuradamente hacia la orilla contraria, pensando solo en irme de allí, ya no me importaba si lloraban
o quien lloraba, quería marcharme.
Permanecí embobado con una mezcla de incredulidad y desesperanza, en un momento sentí como si me vaciara,
como si la poca fuerza que todavía conservaba para continuar adelante abandonara mi cuerpo; me sentí vencido y
una conformidad inusual en mi me invadió.
Volví al pueblo caminando muy lentamente, como si no tuviera ganas de regresar, no estaba seguro de si allí la
habían oído; al llegar me di cuenta de que sí, pues no hablaban de otra cosa que no fuera el angustioso llanto que
se había dejado oír por todo el lugar.Creo que ésta noche será la más larga, supongo que a toda muerte le precede
una agonía y estoy seguro de que ésta noche será la nuestra.
Cuantos recuerdos hermosos se agolpan en mi mente, a mi rostro acude una expresión de placer y satisfacción
pensando en la vida pasada, esa vida que sin darnos cuenta perdimos de un día para otro. Pasaré la noche en el
porche, hace mucho tiempo que no me siento en el a descansar, no quiero estar dormido cuando llegue el final.
Serían alrededor de las dos de la madrugada, envuelto en una manta y con el farol de la entrada encendido,
esperaba sentado a que ocurriera algo, sentía una quietud pasmosa, no dejaba de pensar como sería el desenlace;
imaginaba que las almas de los muertos conseguirían escapar produciéndose por fin un gran terremoto que lo
sepultaría todo, que la tierra se abriría para tragarnos igual que se tragó a la luna, o que del cielo caería una
granizada tan grande que todo lo sepultaría; imaginaba... , y la noche seguía avanzando sin ocurrir nada.
Súbitamente vino a mi mente el recuerdo de las seis personas que desaparecieron al principio de todo y
seguidamente, como encadenado a mi anterior recuerdo se alojaron en mi cabeza los seis nacidos sin luna y casi al
mismo tiempo caí en la cuenta de que habían transcurrido seis años; 666, el número de la bestia.
Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo y un espantoso miedo se apoderó de mi. En un momento toda esa calma con
la que tan solo hacía unos segundos esperaba el final, desapareció, dando paso a un estado de pánico y
nerviosismo que llegué a pensar que acabaría con migo antes de que pudiera ocurrir cualquier otra cosa.
He entrado en la casa, bajo la tenue luz de la lámpara de noche, me dispongo a relatar desde el principio todo lo
ocurrido, es posible que quienes vengan detrás de nosotros reflexionen y puedan evitar recibir su visita; así lo
espero.
Todo comenzó una noche en la que la luna no brilló.......
suelo, tras unos arbustos de carámbanos. El frió atravesaba mi cuerpo hasta llegar a los mismos huesos. Estaba
anocheciendo cuando las luces de varias linternas me avisaron de su llegada; venían seguidos de sus padres y
completamente en silencio.
Uno por uno fueron entrando y cuando el último desapareció, cerrando la puerta tras de sí, sus padres dieron la
vuelta, emprendiendo el camino de regreso.
Durante un tiempo, no se cuanto, permanecí inmóvil, no me atrevía a respirar por si pudiera ser oído, no
hablemos de hacer el más mínimo movimiento para intentar acercarme. Al cabo de un rato comencé a arrastrarme
hasta la puerta; acerqué la cabeza a ella y escuché, no se oía nada, absolutamente nada. El silencio ahí dentro eran
tan grande como el de fuera, de no ser por los pequeños fulgores de luz que se filtraban por los maderos, nadie
sospecharía que allí hubiera alguien. Sin levantarme del suelo en ningún momento, me dirigí a la ventana que se
encontraba justo en la fachada lateral; con gran sigilo me fui levantando muy lentamente, unas viejas telas
colgaban de la ventana tapándola parcialmente, entre ellas se veían las numerosas velas que alumbraban toda la
capilla. Acomodé bien mis ojos a las rendijas que abrían los jirones de las cortinas y empecé a distinguir las
figuras de los niños, estaban dispuestos formando un círculo con las manos entrelazadas. De pronto no pude evitar
retirarme de forma impulsiva de la ventana y aplastarme contra el suelo, no podía creer lo que había visto.
Respiré profundamente y volví a mirar; aquél animal estaba allí con ellos, me refiero al macho del señor alcalde,
el que estuvo perdido. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, no podía comprender la finalidad de tan atípica reunión.
Deslizándome por el hielo y ayudado por el haz de mi linterna me alejé de allí lo más rápido que pude y volví a
casa.
Lo que antes era una intensa curiosidad, ahora se ha convertido en una obsesión, ese animal al que antes ni
siquiera había diferenciado del resto del rebaño, ha pasado a parecerme la más horrible de las criaturas, solo
pensar en él me produce una mezcla de repugnancia y miedo que en ocasiones me hace incluso vomitar.
Los temblores hoy se han dejado sentir con más fuerza que nunca, seguramente el Mictián; la zona gobernada por
Kisin, se haya llenado, y éste, trate de sofocar la rebelión y trasladarlos a otra zona para dejar sitio a las nuevas
almas. Cada día siento más miedo, quisiera poder chasquear los dedos y aparecer en otro lugar, muy lejos de aquí.
¿Nunca os ha despertado en mitad de la noche, la sensación de ser observados por alguien.
Así me despierto yo noche tras noche desde hace seis años, empapado en sudor y sin querer volver a cerrar los
ojos por miedo a ser despertado de nuevo.
Durante todo éste tiempo siempre tuve el convencimiento de que la desaparición de la luna fue la fuente que
provocó la cadena de hechos que venimos padeciendo; sin embargo ahora estoy seguro de que su marcha solo fue
el primero de dichos sucesos; el primero de los cambios.
He salido ha dar una vuelta, últimamente hay que tener precaución a la hora de salir debido a que los temblores
cada vez son más frecuentes, ahora se dan varias veces al día y cada vez son más intensos.
Envuelto en la bufanda hasta los ojos y con el gorro bien calado para cubrir por completo las orejas me he
acercado hasta el río. Sus aguas continúan heladas, y todo alrededor está muerto; al otro lado, los pastos donde
iban nuestros animales, se han convertido en una estrenas pista de patinaje, no crece nada en el suelo; el ganado se
muere y ya no podemos obtener comida de la tierra, realmente nuestra situación es ya demasiado alarmante.
Estaba pensando en todo esto con los ojos perdidos en aquel paisaje helado cuando me pareció oír un llanto; si,
estaba seguro de que alguien estaba llorando. Busqué a mi alrededor, sin conseguir ver nada y me dirigí hacia la
otra orilla, de donde parecía proceder el lamento pero al llegar allí, inexplicablemente, los sollozos se hacían oír
del lado contrario, me quedé unos minutos parado pensando incrédulo en el origen de su procedencia, cuando
empecé a sentirlos por todas partes, como si estuviera rodeado de un solo llanto que lo abarcaba todo.Encaminé
mis pasos apresuradamente hacia la orilla contraria, pensando solo en irme de allí, ya no me importaba si lloraban
o quien lloraba, quería marcharme.
Permanecí embobado con una mezcla de incredulidad y desesperanza, en un momento sentí como si me vaciara,
como si la poca fuerza que todavía conservaba para continuar adelante abandonara mi cuerpo; me sentí vencido y
una conformidad inusual en mi me invadió.
Volví al pueblo caminando muy lentamente, como si no tuviera ganas de regresar, no estaba seguro de si allí la
habían oído; al llegar me di cuenta de que sí, pues no hablaban de otra cosa que no fuera el angustioso llanto que
se había dejado oír por todo el lugar.Creo que ésta noche será la más larga, supongo que a toda muerte le precede
una agonía y estoy seguro de que ésta noche será la nuestra.
Cuantos recuerdos hermosos se agolpan en mi mente, a mi rostro acude una expresión de placer y satisfacción
pensando en la vida pasada, esa vida que sin darnos cuenta perdimos de un día para otro. Pasaré la noche en el
porche, hace mucho tiempo que no me siento en el a descansar, no quiero estar dormido cuando llegue el final.
Serían alrededor de las dos de la madrugada, envuelto en una manta y con el farol de la entrada encendido,
esperaba sentado a que ocurriera algo, sentía una quietud pasmosa, no dejaba de pensar como sería el desenlace;
imaginaba que las almas de los muertos conseguirían escapar produciéndose por fin un gran terremoto que lo
sepultaría todo, que la tierra se abriría para tragarnos igual que se tragó a la luna, o que del cielo caería una
granizada tan grande que todo lo sepultaría; imaginaba... , y la noche seguía avanzando sin ocurrir nada.
Súbitamente vino a mi mente el recuerdo de las seis personas que desaparecieron al principio de todo y
seguidamente, como encadenado a mi anterior recuerdo se alojaron en mi cabeza los seis nacidos sin luna y casi al
mismo tiempo caí en la cuenta de que habían transcurrido seis años; 666, el número de la bestia.
Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo y un espantoso miedo se apoderó de mi. En un momento toda esa calma con
la que tan solo hacía unos segundos esperaba el final, desapareció, dando paso a un estado de pánico y
nerviosismo que llegué a pensar que acabaría con migo antes de que pudiera ocurrir cualquier otra cosa.
He entrado en la casa, bajo la tenue luz de la lámpara de noche, me dispongo a relatar desde el principio todo lo
ocurrido, es posible que quienes vengan detrás de nosotros reflexionen y puedan evitar recibir su visita; así lo
espero.
Todo comenzó una noche en la que la luna no brilló.......
