Al borde, el cuerpo guarece al alma invernadero.
Riela red sobre el pulso del alba
que cascada desgrana luz.
Rubor que se hincha pliegue
de mañana
en
mañana.
Desde su oscura entraña
perla retoza
infatigable oriente solitario
al mediodía.
III
Las primeras horas de la tarde desapercibidas desfilan. Tintineos femeninos, franjas, se confabulan platos y ollas. La piel reposa y rocío, se escurre aire. Declinan, ambarino velo de terciopelo, las últimas gotas de agua en el fregadero.
IV
Imperceptible arriban rumor,
embriagan
labios,
inciertas mariposas,
las horas
previas
al
ocaso.
V
Amancebada yace
cadera amplia
la noche.
Peldaño
a peldaño
fragua
sortija
Las primeras estrellas
encaje clarean holán
Risueñas bailan
filigrana
sobre su enagua
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