de mis jueves, en honor a Oltre

Antes, mucho antes que ahora los jueves siempre han sido días espectaculares. De pequeña, días de matemáticos problemas. Las vetustas bancas del Luis Vives (una de las dos escuelas que los refugiados españoles tuvieron a bien empadronar a lo mexicano), el salón inmenso y la profesora Teresa, siempre vestida de negro --se decía quesque por un novio muerto allá en las lejanías pardas de la guerra-- y mi chomi, el Pancho, hoy convertido en tremendo intelectual desquisiante (de lo más dipsómano por cierto), urdiendo travesuras y regalándomelas así como las dichosas paradojas que nomás no me entraban por desgana simplemente: respiro aún el destello de la blancura de su cuaderno abriéndose soslayo y el ojo cocavo del tintero vacío; frente a la modernidad un vestigio diluviano: la era del bolígrafo aunque en mate era riguroso el empleo del granito. Yo, lo recorría en busca de inspiración con la yema. De cualquier manera, siempre acababa yo en el castigo que, a final de cuentas, dicha siempre en esa escuela, acababa en golosina. Llegaba la maestra y con un "Ala, a los trebejos" me conducía a su alacena de materiales. Ahí me daba vuelo. Tras la puerta, maravilla de maravilla, una buena hilada de libros, hojas, cartulinas, colorines, grapas, pegamentos. A trabajar en lo que yo quisiera aunque la Teresa advertía, ella muy serena, "que no me encuentre nada fuera de su lugar". ¿El reto? Acompasar la imaginación con los ritmos que se colaban detrás de la puerta. Había que dejar listo el sitio en orden para el siguiente castigado: única condición de quién nos formó, así a la sorda, entreverando los lugares comunes de la disciplina con la libertad "enclaustrada" en un tramo de 2x2 metros.

Qué bellos recuerdos...si parece que fue ayer.

Más bien, fue antier, querido Polux.

que suerte la tuya, no haber ten¡do que tratar con

Ja, ja, no la verdad qué suerte. No me puedo quejar. El exilio español perdió a su tierra pero se liberó de las carcas.

de lo p¡rd¡do saca lo que pued¡s