… Pensar, pensar…
Los monos con turbante seguían a la espera del primero en gritar: “¡Linchémosle!” Para caer sobre Oscar como energúmenos… No había tiempo que perder, escondí la cámara de vídeo en un bolsillo interior de mi túnica de musulmana y caminé a paso rápido hacia mi amigo, que al verme venir se levantó del suelo quitándose el polvo de encima a palmetazos... Al llegar junto a él me puse a su lado y tanteé su estado hablándole en voz baja:
- Tío –le dije - ¿todo en orden?
Me miró desde detrás de su red, bamboleando la cabeza:
- ¿Cómo dice? –Me preguntó por toda respuesta.
Le puse el brazo alrededor del cuello y apreté:
- Oye Oscar, soy Agustí –le recordé apretándole el cuello con saña –dime ¿Sabes quién soy y por qué estamos aquí?
- ¿Por qué llevas esta cosa puesta Agustí? –Se rió –estás bien loco tío.
- Llevo puesto lo mismo que tú, asno, es un traje de musulmana, para poder filmar y sacar fotos sin que nos vean -Apreté más -¿Sabes lo que hacemos aquí?
Se quedó un momento pensativo pero tambaleante, un corro de monos con turbante nos miraba con curiosidad, entre ellos varios monos policías con caras sospechosas.
- ¿Has visto Agustí? –Me preguntó él, de nuevo respondiendo con preguntas –en el templo hay un dios azul con varias hembras desnudas que me hablan de sexo y perversión –y soltó una carcajada grave, demasiado masculina…
Le pegué un golpe en la espalda que se cayó al suelo de nuevo, mientras yo miraba a los monos con turbante mirarnos como quien mira una hormiga osera, más que sospechosos, alarmados…
- ¡Calla burro! –Exclamé –se supone que somos mujeres, y esconde la puta cámara…
- ¡Cabrón! –Me gritó él -¿Quieres romperme la columna?
- ¡Serás imbecil! ¿Quieres que te rompan el cuello los monos? Como sigas así me marcho y te dejo aquí solo con esta turba… Mira tío, lo que tenemos que hacer es marcharnos antes de que esto se complique… y si se complica… ¡Por nada del mundo te quites la capucha! ¡y habla con voz fina!
- … bla bla bla… -se puso en plan irónico.
- Estás drogado Oscar ¿recuerdas las bolas de Bang? ¿Cuántas te has comido? Y somos europeos disfrazados de musulmanas cargados de cámaras… ¡Idiota! Y acabas de cortarle la cabeza a Shiba de una patada… ¿Entiendes lo que pasa? ¿ves a todos esos monos que nos miran con cara de hambre? –Le zarandeé - ¿Los ves? ¿Ves a los soldados y la policía?
Oscar, a pesar de la bruma mental, reaccionó un poquito:
- ¡Joder Agustí! –Exclamó -¿Y ahora que hacemos?
Iba a contestarle cuando se acercó un mono vestido de policía hablando inglés del de Calcuta:
- Excusen señoras –se presentó amablemente - ¿Cuál es el nombre de su país?
Le apreté la nalga a Oscar con fuerza y me precipité a contestar:
- De Andorra, señor –contesté con voz de falsete, colocándome la capucha apretadita, no fuera el poli a quitármela de un tirón.
El guripa me observó curioso un instante y se frotó la barbilla:
- ¿De Angola?
Me dieron ganas de reír y perdí un segundo crucial que aprovechó Oscar para hacer de las suyas:
- De Angola –contestó el muy capullo - si señor.
Otros policías se acercaron, y con ellos el consabido corro de monos con turbante que nos rodearon mirándonos con cara de berracos… El policía siguió su investigación enorme:
- ¿Y dónde están sus maridos? –Nos preguntó serio como un plato de mierda.
- No tenemos maridos –respondí a gran velocidad para evitar cualquier bestialidad de Oscar.
- Sí –confirmó él –tenemos marido, en singular ¿me comprende usted? Estamos casadas con el mismo hombre, nuestro amo y señor, el Jeque Amul Alá Quebab, amigo personal del presidente de la India.
Hubo un murmullo de admiración entre el corro de monos con turbante que, como todo el mundo sabe, tienen tendencia a creer todo lo que les dicen, mientras no se demuestre lo contrario por algún canal de televisión de mucha audiencia en USA… El mono disfrazado de policía, lo vi en sus ojos, se arredró, perdió adrenalina… ajjaj, se había asustado.
Oscar había dado en el clavo, o salíamos de aquella mintiendo como bellacos, como siempre, o no salíamos…
Ok Agustí, asustemos a los monos…
Los monos con turbante seguían a la espera del primero en gritar: “¡Linchémosle!” Para caer sobre Oscar como energúmenos… No había tiempo que perder, escondí la cámara de vídeo en un bolsillo interior de mi túnica de musulmana y caminé a paso rápido hacia mi amigo, que al verme venir se levantó del suelo quitándose el polvo de encima a palmetazos... Al llegar junto a él me puse a su lado y tanteé su estado hablándole en voz baja:
- Tío –le dije - ¿todo en orden?
Me miró desde detrás de su red, bamboleando la cabeza:
- ¿Cómo dice? –Me preguntó por toda respuesta.
Le puse el brazo alrededor del cuello y apreté:
- Oye Oscar, soy Agustí –le recordé apretándole el cuello con saña –dime ¿Sabes quién soy y por qué estamos aquí?
- ¿Por qué llevas esta cosa puesta Agustí? –Se rió –estás bien loco tío.
- Llevo puesto lo mismo que tú, asno, es un traje de musulmana, para poder filmar y sacar fotos sin que nos vean -Apreté más -¿Sabes lo que hacemos aquí?
Se quedó un momento pensativo pero tambaleante, un corro de monos con turbante nos miraba con curiosidad, entre ellos varios monos policías con caras sospechosas.
- ¿Has visto Agustí? –Me preguntó él, de nuevo respondiendo con preguntas –en el templo hay un dios azul con varias hembras desnudas que me hablan de sexo y perversión –y soltó una carcajada grave, demasiado masculina…
Le pegué un golpe en la espalda que se cayó al suelo de nuevo, mientras yo miraba a los monos con turbante mirarnos como quien mira una hormiga osera, más que sospechosos, alarmados…
- ¡Calla burro! –Exclamé –se supone que somos mujeres, y esconde la puta cámara…
- ¡Cabrón! –Me gritó él -¿Quieres romperme la columna?
- ¡Serás imbecil! ¿Quieres que te rompan el cuello los monos? Como sigas así me marcho y te dejo aquí solo con esta turba… Mira tío, lo que tenemos que hacer es marcharnos antes de que esto se complique… y si se complica… ¡Por nada del mundo te quites la capucha! ¡y habla con voz fina!
- … bla bla bla… -se puso en plan irónico.
- Estás drogado Oscar ¿recuerdas las bolas de Bang? ¿Cuántas te has comido? Y somos europeos disfrazados de musulmanas cargados de cámaras… ¡Idiota! Y acabas de cortarle la cabeza a Shiba de una patada… ¿Entiendes lo que pasa? ¿ves a todos esos monos que nos miran con cara de hambre? –Le zarandeé - ¿Los ves? ¿Ves a los soldados y la policía?
Oscar, a pesar de la bruma mental, reaccionó un poquito:
- ¡Joder Agustí! –Exclamó -¿Y ahora que hacemos?
Iba a contestarle cuando se acercó un mono vestido de policía hablando inglés del de Calcuta:
- Excusen señoras –se presentó amablemente - ¿Cuál es el nombre de su país?
Le apreté la nalga a Oscar con fuerza y me precipité a contestar:
- De Andorra, señor –contesté con voz de falsete, colocándome la capucha apretadita, no fuera el poli a quitármela de un tirón.
El guripa me observó curioso un instante y se frotó la barbilla:
- ¿De Angola?
Me dieron ganas de reír y perdí un segundo crucial que aprovechó Oscar para hacer de las suyas:
- De Angola –contestó el muy capullo - si señor.
Otros policías se acercaron, y con ellos el consabido corro de monos con turbante que nos rodearon mirándonos con cara de berracos… El policía siguió su investigación enorme:
- ¿Y dónde están sus maridos? –Nos preguntó serio como un plato de mierda.
- No tenemos maridos –respondí a gran velocidad para evitar cualquier bestialidad de Oscar.
- Sí –confirmó él –tenemos marido, en singular ¿me comprende usted? Estamos casadas con el mismo hombre, nuestro amo y señor, el Jeque Amul Alá Quebab, amigo personal del presidente de la India.
Hubo un murmullo de admiración entre el corro de monos con turbante que, como todo el mundo sabe, tienen tendencia a creer todo lo que les dicen, mientras no se demuestre lo contrario por algún canal de televisión de mucha audiencia en USA… El mono disfrazado de policía, lo vi en sus ojos, se arredró, perdió adrenalina… ajjaj, se había asustado.
Oscar había dado en el clavo, o salíamos de aquella mintiendo como bellacos, como siempre, o no salíamos…
Ok Agustí, asustemos a los monos…
part 9