Cuando Susanowo fue desterrado por Izanagi a yomi, este decidió despedirse antes de su hermana.
Amaterasu, que no se fiaba de su hermano y pensaba que quería arrebatarle sus dominios, se preparó para la guerra. Se armó de arco y flecha y esperó a su llegada. Una vez allí, Susanowo sorprendido de la reacción de Amaterasu, le propuso una competición para demostrar quien de los dos era mas fuerte; consistía en un concurso en la que ganaba quien engendrase a más dioses masculinos.
Amaterasu, masticó la espada de Susanowo y de ahí salieron 3 diosas.
Susanowo, cogió el colgante de su hermana y nacieron 5 hombres. Sin embargo, Amaterasu que no quería reconocer su derrota, reclamó su victoria porque esos hombres habían salido de sus objetos.
Susanowo no la escuchó y festejó su victoria por todo lo alto, provocando grandes lluvias, rompiendo las paredes de los arrozales y restregando sus heces por el salón donde se celebraban los primeros frutos de la cosecha. La gota que colmó el vaso fue cuando lanzó un potro degollado en una sala donde tejía Amaterasu.
Esta, asustada, se escondió en una cueva llamada Iwayado, dejando al mundo sumido en la más absoluta oscuridad (era la reencarnación del Sol). Cientos de dioses intentaban hacerla salir sin resultados positivos. El dios de la festividad finalmente, Ama no uzume, colocó un espejo en frente de la cueva. Hizo un gran escándalo, provocando la curiosidad de la diosa que se asomó. Al hacer esto, se cegó momentáneamente por su reflejo en el espejo, y aprovecharon los demás dioses para sacarla. Luego, sellaron la cueva. Amaterasu, por el ambiente festivo y las risas, se recuperó de la depresión causada por Susanowo e iluminó nuevamente el mundo.
No hay ni que decir que Susanowo no quedó impune. El resto de los dioses lo condenaron a una multa de "mil mesas regalos de restitución", le cortaron la barba, las uñas, y lo expulsaron del cielo. No quedándole más remedio, se quedó vagabundeando por el mundo y dando lugar a más mitos y leyendas.
Amaterasu, que no se fiaba de su hermano y pensaba que quería arrebatarle sus dominios, se preparó para la guerra. Se armó de arco y flecha y esperó a su llegada. Una vez allí, Susanowo sorprendido de la reacción de Amaterasu, le propuso una competición para demostrar quien de los dos era mas fuerte; consistía en un concurso en la que ganaba quien engendrase a más dioses masculinos.
Amaterasu, masticó la espada de Susanowo y de ahí salieron 3 diosas.
Susanowo, cogió el colgante de su hermana y nacieron 5 hombres. Sin embargo, Amaterasu que no quería reconocer su derrota, reclamó su victoria porque esos hombres habían salido de sus objetos.
Susanowo no la escuchó y festejó su victoria por todo lo alto, provocando grandes lluvias, rompiendo las paredes de los arrozales y restregando sus heces por el salón donde se celebraban los primeros frutos de la cosecha. La gota que colmó el vaso fue cuando lanzó un potro degollado en una sala donde tejía Amaterasu.
Esta, asustada, se escondió en una cueva llamada Iwayado, dejando al mundo sumido en la más absoluta oscuridad (era la reencarnación del Sol). Cientos de dioses intentaban hacerla salir sin resultados positivos. El dios de la festividad finalmente, Ama no uzume, colocó un espejo en frente de la cueva. Hizo un gran escándalo, provocando la curiosidad de la diosa que se asomó. Al hacer esto, se cegó momentáneamente por su reflejo en el espejo, y aprovecharon los demás dioses para sacarla. Luego, sellaron la cueva. Amaterasu, por el ambiente festivo y las risas, se recuperó de la depresión causada por Susanowo e iluminó nuevamente el mundo.
No hay ni que decir que Susanowo no quedó impune. El resto de los dioses lo condenaron a una multa de "mil mesas regalos de restitución", le cortaron la barba, las uñas, y lo expulsaron del cielo. No quedándole más remedio, se quedó vagabundeando por el mundo y dando lugar a más mitos y leyendas.