La continuación:
Descenso a yomi
Izanagi, poco después de la muerte de su mujer, decidió buscarla en el inframundo (yomi). Este se parecía mucho al mundo de la superficie, solo que en la más absoluta oscuridad. Al encontrarla, aunque no pudo contemplarla a causa de la oscuridad, ella le pidió que discutiese con los dioses si era correcto que volviese al mundo de los vivos puesto que había consumido los alimentos de yomi (al comerlos, se quedaba ligada a esa tierra). Sin embargo, Izanagi se impacientó, rompió la punta de su peineta y le prendió fuego. Al iluminarse la sala donde se encontraban, contempló que el cuerpo de Izanami estaba podrido y cómo los gusanos se hacían paso en él. Aterrado por esto, salió corriendo. Izanami, avergonzada y furiosa, ordenó a los fantasmas y el restro de las criaturas que fuesen tras Izanagi. Este logro despistarlos con trucos. Casi al llegar al mundo de los vivos, se tuvo que hacer con los melocotones que encontró y tirárselos a sus perseguidores. En vista de esto, Izanami decidió perseguirlo ella misma.
Al poco de alcanzarlo, Izanagi logró llegar al mundo de los vivos, tapando la entrada de yomi con una gran roca.Tras ella, Izanami le dijo "Oh, mi amado marido, si así actuas haré que mueran cada día mil de los vasallos de tu reino", a lo que Izanagi contestó "Oh, mi amada esposa, si tales cosas haces yo daré nacimiento cada día a mil quinientos". Y así fue como surgieron los nacimientos y las defunciones. Después decidieron no volver a verse, pues Izanagi tenía que aceptar la muerte de su mujer. Entonces, se divorciaron.
Nacimiento de las principales deidades
Tras ascender al mundo de los vivos, Izanagi decidió purificarse para librarse de toda la suciedad que hubiese podido contraer de yomi. En la orilla de un río, se liberó de su ropa y los objetos que llevaba que, mientras caían, iban naciendo más dioses. Poco a poco, se fue sumergiendo en el río y dando lugar a aún mas dioses. Cuando se lavó la cara, de su ojo izquierdo surgió Amaterasu (diosa solar), del derecho Tsukiyomi (dios de la luna), y finalmente, de su nariz Susanowo (dios de la tormenta).
Más tarde, decidió irse a su antigua morada en el cielo y repartió el mundo entre sus últimos hijos. Amaterasu se encargó de los cielos, Tsukiyomi de la noche y Susanowo del mar. Sin embargo, este último, quería vivir en yomi con su madre y fue desterrado.
Descenso a yomi
Izanagi, poco después de la muerte de su mujer, decidió buscarla en el inframundo (yomi). Este se parecía mucho al mundo de la superficie, solo que en la más absoluta oscuridad. Al encontrarla, aunque no pudo contemplarla a causa de la oscuridad, ella le pidió que discutiese con los dioses si era correcto que volviese al mundo de los vivos puesto que había consumido los alimentos de yomi (al comerlos, se quedaba ligada a esa tierra). Sin embargo, Izanagi se impacientó, rompió la punta de su peineta y le prendió fuego. Al iluminarse la sala donde se encontraban, contempló que el cuerpo de Izanami estaba podrido y cómo los gusanos se hacían paso en él. Aterrado por esto, salió corriendo. Izanami, avergonzada y furiosa, ordenó a los fantasmas y el restro de las criaturas que fuesen tras Izanagi. Este logro despistarlos con trucos. Casi al llegar al mundo de los vivos, se tuvo que hacer con los melocotones que encontró y tirárselos a sus perseguidores. En vista de esto, Izanami decidió perseguirlo ella misma.
Al poco de alcanzarlo, Izanagi logró llegar al mundo de los vivos, tapando la entrada de yomi con una gran roca.Tras ella, Izanami le dijo "Oh, mi amado marido, si así actuas haré que mueran cada día mil de los vasallos de tu reino", a lo que Izanagi contestó "Oh, mi amada esposa, si tales cosas haces yo daré nacimiento cada día a mil quinientos". Y así fue como surgieron los nacimientos y las defunciones. Después decidieron no volver a verse, pues Izanagi tenía que aceptar la muerte de su mujer. Entonces, se divorciaron.
Nacimiento de las principales deidades
Tras ascender al mundo de los vivos, Izanagi decidió purificarse para librarse de toda la suciedad que hubiese podido contraer de yomi. En la orilla de un río, se liberó de su ropa y los objetos que llevaba que, mientras caían, iban naciendo más dioses. Poco a poco, se fue sumergiendo en el río y dando lugar a aún mas dioses. Cuando se lavó la cara, de su ojo izquierdo surgió Amaterasu (diosa solar), del derecho Tsukiyomi (dios de la luna), y finalmente, de su nariz Susanowo (dios de la tormenta).
Más tarde, decidió irse a su antigua morada en el cielo y repartió el mundo entre sus últimos hijos. Amaterasu se encargó de los cielos, Tsukiyomi de la noche y Susanowo del mar. Sin embargo, este último, quería vivir en yomi con su madre y fue desterrado.