III - la habitación
Me senté sobre la cama y miré mi habitación: ”Demasiado grande” pensé bostezando, por cierto,demasiada luz, tres ventanas grandes del lado de sol poniente (menos mal) sin cortinas y con portones de madera que no cerraban. Me incordia la luz porque de repente me da por dormir de día. No tengo horarios concretos yo: Bebo cuando tengo sueño, duermo cuando tengo hambre y practico sexo cuando cae la breva y estoy, porque a veces cae pero estoy en Babia de visita, otras veces cae pero cae como un plomo, esos son los peores casos, dichoso el que se libra de ellos con solo roto un peroné.
Miré la puerta del lavabo y me extremeció (como se suele decir) una agitación ignota... En un rincón estaba la nauseabunda puerta, sombría, amenazante, entreabierta, salía un fusco silencio espeso de aquel lugar de jabonado minúsculo y roña conglomerada, algo fétido, una energía paranormal e insidiosa, maligna: “¿Será una cruel maldición de usuarios de YR que ha venido a sembrar de pus este paraje?” Pensé atemorizado.
Instintivamente tiré de la sábana y me quise cubrir con ella, emulando a Julio en el senado, pero entonces me acordé del insoportable calor y me asusté de mi majadería: “¿Me estaré volviendo idiota?” Me pregunté rascándome un picotazo de furibunda mosquita: “Olvidé otra vez comprar spray mata bichejos” recordé pensando que últimamente mi memoria estaba en la UCI: “Y acabaré con alzhéimer yo, seguro” pensé agitado… “¡Joder!” Exclamé para mi mismo “mejor pongo la tele y me veo una peli o me volveré loco” me quedé un segundo cavilando y entonces me reí:
_ ¡ajjaaa! -en voz alta.
"¿Más aún?" Y volví a reirme solo...
Miré al despertador sobre la mesita junto a la cama, las 9.39 pm. “bueno, faltan veinte minutos para la película”. Escindí un cigarrillo y prendí un cerillo: “¡Shiiishhhhh!” Exclamó el cerillo al encenderse “¡Cagüen diez!” Exclamé yo sacudiéndome la cabeza del cerillo, que se había incrustado en mi dedo, quemando en brasa viva… Un dolor de mil demonios… “Ala chico, tres días sin tocar la guitarra” pensé entre reniegos innombrables mientras corría al lavabo a por un buen chorro de agua.
Abrí la puerta y encendí la luz, tres o cuatro rebaños de cucarachas corrieron amilanadas, mas en un cierto, determinado orden de tamaño y color, a esfumarse por las diferentes rendijillas al uso, a saber: La rendija de una esquina para que se vaya el agua de la ducha, la rendija de la otra esquina para que se vaya el agua de la ducha, la rendija debajo del grifo para el agua de limpiarse el ano después de defecar (con la mano, la izquierda), la rendija debajo de la pica del lavabo, la rendija alta de desnivel en el suelo para cuando se embozan todas las demás, un agujero que da al lavabo de la habitación de al lado con sus respectivas rendijas, otro agujero en dirección desconocida, otro agujero, una rendija mayor que pretende ser un respiradero, pero es solo una rendija arrobiñada (“arte moderno” según recepción) y, por fin, otro agujero.
Puse mi querido dedo bajo el grifo mirando ese punto chamuscado, negro como un futuro de yonqui, y lo abrí esperando el agua bienhechora… Pero el agua venía del depósito ese enorme de la azotea, todo el día expuesto al fustigante sol de los llanos de la India, me refiero… aquello era agua, si, pero que, además de llevar una cuantitava cantidad de lejías con sabor a olor de farmacia y cagaditas variadas de heterogéneas bestias que acechan, acuciadas por la sed, cualquier cosa que contenga líquidos, era un agua que llevaba la esencia misma, concentrada en nectar de mercurio, del pene insigne de Rasputín
Así fue como acabose infectando la quemadura
¡oh! desventura
Me senté sobre la cama y miré mi habitación: ”Demasiado grande” pensé bostezando, por cierto,demasiada luz, tres ventanas grandes del lado de sol poniente (menos mal) sin cortinas y con portones de madera que no cerraban. Me incordia la luz porque de repente me da por dormir de día. No tengo horarios concretos yo: Bebo cuando tengo sueño, duermo cuando tengo hambre y practico sexo cuando cae la breva y estoy, porque a veces cae pero estoy en Babia de visita, otras veces cae pero cae como un plomo, esos son los peores casos, dichoso el que se libra de ellos con solo roto un peroné.
Miré la puerta del lavabo y me extremeció (como se suele decir) una agitación ignota... En un rincón estaba la nauseabunda puerta, sombría, amenazante, entreabierta, salía un fusco silencio espeso de aquel lugar de jabonado minúsculo y roña conglomerada, algo fétido, una energía paranormal e insidiosa, maligna: “¿Será una cruel maldición de usuarios de YR que ha venido a sembrar de pus este paraje?” Pensé atemorizado.
Instintivamente tiré de la sábana y me quise cubrir con ella, emulando a Julio en el senado, pero entonces me acordé del insoportable calor y me asusté de mi majadería: “¿Me estaré volviendo idiota?” Me pregunté rascándome un picotazo de furibunda mosquita: “Olvidé otra vez comprar spray mata bichejos” recordé pensando que últimamente mi memoria estaba en la UCI: “Y acabaré con alzhéimer yo, seguro” pensé agitado… “¡Joder!” Exclamé para mi mismo “mejor pongo la tele y me veo una peli o me volveré loco” me quedé un segundo cavilando y entonces me reí:
_ ¡ajjaaa! -en voz alta.
"¿Más aún?" Y volví a reirme solo...
Miré al despertador sobre la mesita junto a la cama, las 9.39 pm. “bueno, faltan veinte minutos para la película”. Escindí un cigarrillo y prendí un cerillo: “¡Shiiishhhhh!” Exclamó el cerillo al encenderse “¡Cagüen diez!” Exclamé yo sacudiéndome la cabeza del cerillo, que se había incrustado en mi dedo, quemando en brasa viva… Un dolor de mil demonios… “Ala chico, tres días sin tocar la guitarra” pensé entre reniegos innombrables mientras corría al lavabo a por un buen chorro de agua.
Abrí la puerta y encendí la luz, tres o cuatro rebaños de cucarachas corrieron amilanadas, mas en un cierto, determinado orden de tamaño y color, a esfumarse por las diferentes rendijillas al uso, a saber: La rendija de una esquina para que se vaya el agua de la ducha, la rendija de la otra esquina para que se vaya el agua de la ducha, la rendija debajo del grifo para el agua de limpiarse el ano después de defecar (con la mano, la izquierda), la rendija debajo de la pica del lavabo, la rendija alta de desnivel en el suelo para cuando se embozan todas las demás, un agujero que da al lavabo de la habitación de al lado con sus respectivas rendijas, otro agujero en dirección desconocida, otro agujero, una rendija mayor que pretende ser un respiradero, pero es solo una rendija arrobiñada (“arte moderno” según recepción) y, por fin, otro agujero.
Puse mi querido dedo bajo el grifo mirando ese punto chamuscado, negro como un futuro de yonqui, y lo abrí esperando el agua bienhechora… Pero el agua venía del depósito ese enorme de la azotea, todo el día expuesto al fustigante sol de los llanos de la India, me refiero… aquello era agua, si, pero que, además de llevar una cuantitava cantidad de lejías con sabor a olor de farmacia y cagaditas variadas de heterogéneas bestias que acechan, acuciadas por la sed, cualquier cosa que contenga líquidos, era un agua que llevaba la esencia misma, concentrada en nectar de mercurio, del pene insigne de Rasputín
Así fue como acabose infectando la quemadura
¡oh! desventura