La llamaban la araña, camarás.
Las castas damas
a mansalva
la atacaban,
mas la Casa Blanca
y Bagdad
la amparaban.
Mala fama,
barajaba la bastarda.
A la mar
lanzaba la trampa;
maja a la plancha,
la carná.
Jamás fallaba,
cada mañana
más y más almas atrapaba.
Plata mal gastada,
cazar
a la araña;
la malvada
ganaba,
a la larga, las batallas.
Kansas, Alabama,
Nazca, Malta,
Playa alta,
Playa baja,
y hasta la Nasa
y la gran manzana,
armas y alhajas daban
para bañar,
abrazar
y taladrar
a la zángana;
mas a la chava
nada la halagaba,
nada
la tramaba.
Blanca cara,
blancas nalgas.
Blanca capa,
blancas tangas.
¡Vaya, karma!
amar a la araña.
Martha Paz Rama…
maja, mala para la labranza
mas brava para la cama.
Santa palabra narran las cartas, camarás.
-Ignathius-