Escribo en los puños de mi camisa, en los rostros de cada mujer, en los cascos de los barcos húmedos y rotos. Escribí pidiendo perdón, diciendo adiós, diciendo te quiero, me voy, me fui, ya no estoy. Escribí de hambre de sueños, extrañado y solo allá en mi pobre barrio lleno de camisetas sucias, de pies descalzos, de tías que te regalaran dulces y besos los días de fiesta. De esa calesita con discos de Leo Dan y Palito Ortega. De mi pelota de cuero que dormía entre mis brazos todas esas noches en que las lágrimas no dejaban llegar el sueño.
Escribo porque me muero si no lo hago….me muero. Yo vi como los bolsitos de los obreros fueron desapareciendo, los vimos todos. Desaparecieron las fondas y los trucos, los sándwiches de milanesa y las camisas de poplín en el ropero. Los sábados por la tarde yendo a las casas de mis primos, el gofio, las figuritas de cartón y el banderín de boca colgado en la puerta. La última sonrisa de mi viejo con sus manos llenas de callos y de su amor por sus perros y sus gatos. Escribo para no olvidarme….para recordar que todavía estoy vivo y que tengo que esperar el carnaval. Comprarme un pomo azul y disfrazarme de pirata para bailar un rock con la flaca más piola del barrio. Escribo porque mi boca me lo pide, mi boca que besa, que sonríe, mi boca que llora y saluda cada contraluz o cada nueva batalla. Causas perdidas, amores imposibles y botellas de sidra a las doce en punto. Escribo para respirar, para latir, para golpear la mesa con el puño cuando no comprendo que se escape así de fácil la vida o adivino los ojos de mi hija buscando poder decir papá, te extraño. Escribo porque algunos esperan la revolución y en cada vuelta de tuerca nos tiran para que se hagan un festín los perros y la derecha siga apostando a la vagancia y a la tilinguería a costa de nuestros sudores y miseria. Escribo porque se fueron los barcos y los sueños, porqué me quedé sin bicicleta y sin mi silla, esa en la que La Tana solía dibujar mi rostro en un papel y me decía te amo. Porqué sé lo que es la soledad, y haberme ido demasiado lejos y ya no poder regresar a casa.
Escribo porque te veo con una valijita marrón, con la mirada llena de luces y sepias. Con los zapatitos queriendo entrarle a esta vastedad de gestos inútiles, de aspavientos y matracas de tanto fuleraje y comerse los mocos hundiendo la nariz en el plato, el gato ronroneándole a tus piernas, saliendo a maullar a la luna: siempre allí, lejos de tus manos.
Cazar un lápiz y clavarlo en un cuaderno y él que gira y revuelve las palabras. Encontrar en cada noche una puerta azul donde adivinar los pasos de tanto tipo atrapado en algún puerto de luz, en las noches eternas de amor y de guerra y en donde todo pasa y se pierde, como esta noche. Como la próxima o cualquier noche.
Escribo porque me muero si no lo hago….me muero. Yo vi como los bolsitos de los obreros fueron desapareciendo, los vimos todos. Desaparecieron las fondas y los trucos, los sándwiches de milanesa y las camisas de poplín en el ropero. Los sábados por la tarde yendo a las casas de mis primos, el gofio, las figuritas de cartón y el banderín de boca colgado en la puerta. La última sonrisa de mi viejo con sus manos llenas de callos y de su amor por sus perros y sus gatos. Escribo para no olvidarme….para recordar que todavía estoy vivo y que tengo que esperar el carnaval. Comprarme un pomo azul y disfrazarme de pirata para bailar un rock con la flaca más piola del barrio. Escribo porque mi boca me lo pide, mi boca que besa, que sonríe, mi boca que llora y saluda cada contraluz o cada nueva batalla. Causas perdidas, amores imposibles y botellas de sidra a las doce en punto. Escribo para respirar, para latir, para golpear la mesa con el puño cuando no comprendo que se escape así de fácil la vida o adivino los ojos de mi hija buscando poder decir papá, te extraño. Escribo porque algunos esperan la revolución y en cada vuelta de tuerca nos tiran para que se hagan un festín los perros y la derecha siga apostando a la vagancia y a la tilinguería a costa de nuestros sudores y miseria. Escribo porque se fueron los barcos y los sueños, porqué me quedé sin bicicleta y sin mi silla, esa en la que La Tana solía dibujar mi rostro en un papel y me decía te amo. Porqué sé lo que es la soledad, y haberme ido demasiado lejos y ya no poder regresar a casa.
Escribo porque te veo con una valijita marrón, con la mirada llena de luces y sepias. Con los zapatitos queriendo entrarle a esta vastedad de gestos inútiles, de aspavientos y matracas de tanto fuleraje y comerse los mocos hundiendo la nariz en el plato, el gato ronroneándole a tus piernas, saliendo a maullar a la luna: siempre allí, lejos de tus manos.
Cazar un lápiz y clavarlo en un cuaderno y él que gira y revuelve las palabras. Encontrar en cada noche una puerta azul donde adivinar los pasos de tanto tipo atrapado en algún puerto de luz, en las noches eternas de amor y de guerra y en donde todo pasa y se pierde, como esta noche. Como la próxima o cualquier noche.