MIRANDO AL ESPEJO
La bestia,
la mano que acuna,
el deseo,
el grito,
el silencio.
El ruiseñor entrampado
en su propio trino
convertido en silencio
de muerte.
La muerte famélica
del desamor rajado
entre minutos que pasan
de la mano del terror.
La culpa universal
atada a mi cuello
que arrastra el silencio
de ser quien soy
sin poder ver mi luz.
La injusticia sobre las pieles
curtidas de inocencia
acuchilladas por el poder
entre flores de demencia
sembradas por los cuerdos
que dibujan muerte de codicia.
Mi propia sangre derramada
por tu pensamiento
engullido entre las barbas
de la ballena asesina.
El propio disparo a mi sien
por no poder ser templo,
piedra,
tulipán
entre el tranquilo viento
que mece la soledad
de lo imprescindible.
La bestia,
la mano que acuna,
el deseo,
el grito,
el silencio.
El ruiseñor entrampado
en su propio trino
convertido en silencio
de muerte.
La muerte famélica
del desamor rajado
entre minutos que pasan
de la mano del terror.
La culpa universal
atada a mi cuello
que arrastra el silencio
de ser quien soy
sin poder ver mi luz.
La injusticia sobre las pieles
curtidas de inocencia
acuchilladas por el poder
entre flores de demencia
sembradas por los cuerdos
que dibujan muerte de codicia.
Mi propia sangre derramada
por tu pensamiento
engullido entre las barbas
de la ballena asesina.
El propio disparo a mi sien
por no poder ser templo,
piedra,
tulipán
entre el tranquilo viento
que mece la soledad
de lo imprescindible.