Miré al paisaje y la luz era azulada,
azul cobalto el cielo,
azul ataranta la tierra…
Decidí aventurarme a la ciénaga
del Bardo, la de las nieblas perpetuas
y los consumados bramidos de vivientes
muertos, escalofríos, arañas, serpientes
reptando en el fango, como almas en pena,
condena, perpetua cadena, castigo de dioses
impíos, lascivos y mal humorados.
Busqué la perdida partitura manuscrita
del bardo enloquecido por un amor
no correspondido...
Tal era su amor y su locura
que escribió, según dice la leyenda,
la canción más hermosa de todas
las canciones,
tan hermosa era
que al oírla Zeus
quedó prendado
y le dio el poder
de mantener por siempre joven a quien la escuchara.
Y Zeus dio la partitura a Keronte
que la escondió en la ciénaga del Bardo,
donde busco y busco la susodicha composición...
no la quiero para mi, oh no,
la quiero para regalarla a mis enemigos.
azul cobalto el cielo,
azul ataranta la tierra…
Decidí aventurarme a la ciénaga
del Bardo, la de las nieblas perpetuas
y los consumados bramidos de vivientes
muertos, escalofríos, arañas, serpientes
reptando en el fango, como almas en pena,
condena, perpetua cadena, castigo de dioses
impíos, lascivos y mal humorados.
Busqué la perdida partitura manuscrita
del bardo enloquecido por un amor
no correspondido...
Tal era su amor y su locura
que escribió, según dice la leyenda,
la canción más hermosa de todas
las canciones,
tan hermosa era
que al oírla Zeus
quedó prendado
y le dio el poder
de mantener por siempre joven a quien la escuchara.
Y Zeus dio la partitura a Keronte
que la escondió en la ciénaga del Bardo,
donde busco y busco la susodicha composición...
no la quiero para mi, oh no,
la quiero para regalarla a mis enemigos.