Los guardias abandonaron la salita y después de intercambiar “holas” (habría sido cínico dar las buenas tardes) con quienes resultaron ser un abogado y un, podríamos decir “escribano”, me preguntaron directamente si las ampollas eran verdaderamente de insulina:
- Si – contesté.
- Entonces no habrá problema y seguramente por la mañana te soltarán – dijo sonriente el abogado meneando un papelamen en el cual sin duda alguna estaba mi nombre en cada párrafo.
- Veo que usted viaja mucho – prosiguió.
- Si – contesté de nuevo – me gusta viajar...
- Y ahora acaba de llegar de la India.
- Hace dos semanas que he llegado a Nepal.
- ¿Y a qué ha venido a Nepal?
- Más que nada a buscar un nuevo visado para la India, pero quería pasar un mes aquí y visitar alguna estación de montaña cerca del Everest.
El abogado revolvió el papelamen otra vez y se quedó leyendo una hoja con atención durante un ratito:
- ¿Cuantas veces ha estado usted en India? - preguntó finalmente.
Me han hecho esa pregunta muchas veces y siempre contesto lo mismo:
- La verdad es que no lo se.
Ambos me miraron con curiosidad:
- Yo se lo diré – dijo el abogado sin dejar de mirar a la hoja – Usted ha estado en veinte y siete ocasiones en la India. En dos ocasiones pasó dos años en el país, en cinco ocasiones ha pasado un año y en veinte estuvo allí con visados de trés y seis meses...
Me miró otra vez con curiosidad:
- Eso da un aproximado total – continuó - de cerca de veinte años ¿Qué hace usted en la India?
No me preguntaba, el cabrón me estaba interrogando sobre algo que nada tenía que ver con el caso. Temí que este contratiempo fuera a iniciar una investigación mucho más peligrosa sobre mi vida y andanzas:
- Oiga – contesté – si necesito otro abogado para responderle hágamelo saber.
Esa respuesta le descolocó:
- Perdone pero mis preguntas son pura rutina – dijo sin mucha convicción – si no quiere no tiene que responder, pero si este caso se complica sería bueno que supiéramos de usted.
- Por lo que veo ya saben de mi incluso más que yo mismo, no se en que pueden ayudar los conocimientos sobre mi vida privada en este tema particular.
- Puede ayudar teniendo en cuenta que tiene usted historial de adicción a la heroína – dijo intentando recuperar la iniciativa.
- Insisto – le dije – si necesito un abogado privado dígamelo.
-Insisto a mi vez – repuso – si no quiere no tiene que responder, nosotros solo intentamos ayudar, pero si quiere puede solicitar otro abogado.
- Dudo mucho que vaya a necesitar un abogado para este caso – contesté – pero si necesito uno para responderle a ustedes sobre mi vida no dude que lo buscaré. En cualquier caso les agradezco toda la ayuda que me puedan ofrecer.
- Poco podemos hacer hasta que llegue la analítica de esas ampollas, podemos decirle que tiene derecho a indicarnos si quiere que llamemos a su familia o algún amigo para ponerles al corriente de la situación.
– Gracias pero no, no quiero preocupar a nadie por algo que solo considero eso, un contratiempo, por otra parte quizás puedan decirme quien a puesto esta denuncia contra mi...
- Si – contesté.
- Entonces no habrá problema y seguramente por la mañana te soltarán – dijo sonriente el abogado meneando un papelamen en el cual sin duda alguna estaba mi nombre en cada párrafo.
- Veo que usted viaja mucho – prosiguió.
- Si – contesté de nuevo – me gusta viajar...
- Y ahora acaba de llegar de la India.
- Hace dos semanas que he llegado a Nepal.
- ¿Y a qué ha venido a Nepal?
- Más que nada a buscar un nuevo visado para la India, pero quería pasar un mes aquí y visitar alguna estación de montaña cerca del Everest.
El abogado revolvió el papelamen otra vez y se quedó leyendo una hoja con atención durante un ratito:
- ¿Cuantas veces ha estado usted en India? - preguntó finalmente.
Me han hecho esa pregunta muchas veces y siempre contesto lo mismo:
- La verdad es que no lo se.
Ambos me miraron con curiosidad:
- Yo se lo diré – dijo el abogado sin dejar de mirar a la hoja – Usted ha estado en veinte y siete ocasiones en la India. En dos ocasiones pasó dos años en el país, en cinco ocasiones ha pasado un año y en veinte estuvo allí con visados de trés y seis meses...
Me miró otra vez con curiosidad:
- Eso da un aproximado total – continuó - de cerca de veinte años ¿Qué hace usted en la India?
No me preguntaba, el cabrón me estaba interrogando sobre algo que nada tenía que ver con el caso. Temí que este contratiempo fuera a iniciar una investigación mucho más peligrosa sobre mi vida y andanzas:
- Oiga – contesté – si necesito otro abogado para responderle hágamelo saber.
Esa respuesta le descolocó:
- Perdone pero mis preguntas son pura rutina – dijo sin mucha convicción – si no quiere no tiene que responder, pero si este caso se complica sería bueno que supiéramos de usted.
- Por lo que veo ya saben de mi incluso más que yo mismo, no se en que pueden ayudar los conocimientos sobre mi vida privada en este tema particular.
- Puede ayudar teniendo en cuenta que tiene usted historial de adicción a la heroína – dijo intentando recuperar la iniciativa.
- Insisto – le dije – si necesito un abogado privado dígamelo.
-Insisto a mi vez – repuso – si no quiere no tiene que responder, nosotros solo intentamos ayudar, pero si quiere puede solicitar otro abogado.
- Dudo mucho que vaya a necesitar un abogado para este caso – contesté – pero si necesito uno para responderle a ustedes sobre mi vida no dude que lo buscaré. En cualquier caso les agradezco toda la ayuda que me puedan ofrecer.
- Poco podemos hacer hasta que llegue la analítica de esas ampollas, podemos decirle que tiene derecho a indicarnos si quiere que llamemos a su familia o algún amigo para ponerles al corriente de la situación.
– Gracias pero no, no quiero preocupar a nadie por algo que solo considero eso, un contratiempo, por otra parte quizás puedan decirme quien a puesto esta denuncia contra mi...