ESCUPO BARRO
Escupo el barro de mi montaña
por las calles de la ciudad del olvido
que hunde sus garras en mi sien
ya blindada a vuestro mundo vacío.
Florecidos, mostráis mordazas ardientes
y azahares de caminos marchitos de fuego,
arrasando casi todo con cañones de futuro
menos nuestras pequeñas sendas trazadas
a cincel con nuestras entrañas hechas muro.
Sin leyes adormecidas de opio
avanzo entre la sonrisa iluminada
por la luz ilegal de ser uno mismo
tan acariciada como desmembrada
de ídolos, dioses y tristes riquezas.
Lanzo mis poros hacia la horizontal
de vuestros esqueletos de acero,
brillante de vida encadenada
al delirio del infarto de muerte vertical.
Lanzo pobreza a los ojos de vuestras manos
hacedoras de muros asesinados por el dolor.
Lanzo el grito de mil enamorados
hacia las leyes atenazadoras de color.
Lanzo lo harapiento de vuestros ahorcados
a sujetar nuestro pensamiento libre.
Un solo gesto de nuestras manos
rompen vuestras negras torres
de una codicia, fondo del espectáculo
y marionetas de avariciosos arcanos.
Un solo gesto de nuestros tallos
crecidos en praderas infinitas
hablan del viento
del mar
del cielo
de la roca
del amor.
Escupo el barro de mi montaña
por las calles de la ciudad del olvido
que hunde sus garras en mi sien
ya blindada a vuestro mundo vacío.
Florecidos, mostráis mordazas ardientes
y azahares de caminos marchitos de fuego,
arrasando casi todo con cañones de futuro
menos nuestras pequeñas sendas trazadas
a cincel con nuestras entrañas hechas muro.
Sin leyes adormecidas de opio
avanzo entre la sonrisa iluminada
por la luz ilegal de ser uno mismo
tan acariciada como desmembrada
de ídolos, dioses y tristes riquezas.
Lanzo mis poros hacia la horizontal
de vuestros esqueletos de acero,
brillante de vida encadenada
al delirio del infarto de muerte vertical.
Lanzo pobreza a los ojos de vuestras manos
hacedoras de muros asesinados por el dolor.
Lanzo el grito de mil enamorados
hacia las leyes atenazadoras de color.
Lanzo lo harapiento de vuestros ahorcados
a sujetar nuestro pensamiento libre.
Un solo gesto de nuestras manos
rompen vuestras negras torres
de una codicia, fondo del espectáculo
y marionetas de avariciosos arcanos.
Un solo gesto de nuestros tallos
crecidos en praderas infinitas
hablan del viento
del mar
del cielo
de la roca
del amor.