Fieros cavernícolas
del temor y la elipsis:
habéis hallado la fuente
de la eterna vejentud
en las poltronas de mis párpados.
Venid, despacio
y fingiendo bostezos puros,
arrastrando las conteras
de vuestras lanzas
hasta roturar los mármoles
de mi pecho faraónico
(os lo dije muchas veces,
cuando era apenas un crío
con sombrero de Napoleón
bajo el brazo tullido).
Venid, salvajes
de enciclopedia coleccionable
en lerdos fascículos:
plantad los colmillos
del mamut disléxico
sobre un óleo de Fra Filippo Lippi.
Pues el cuerpo de la Madonna
es navío bíblico, museo de maderas fósiles
que recuerda (sin intermitencias)
el canto de una antorcha
bajo los planetas mecidos por la brisa.
¡Las selvas, náufragas, os saludan!
¡Los dinosaurios danzan en honor vuestro,
cual ángeles reptilianos, sobre la punta
de un alfiler!
¡Las cavernas, delirio uterino de vuestra especie,
desechan la memoria de vuestros ritos nupciales!
¡Cavernícolas! ¡Cónsules del hueso y el gemido!
Os saluda el fantasma de Stanley Kubrick,
dando vueltas en el vacío de una astronave calcárea.
¡Mirad! ¡La luna se alza sobre vuestra rabia!
Aullad despacio, como hacen los bereberes
al ser castrados desde su más tierna infancia.
Aullad al compás de las bombas que llueven
sobre Dresde en viejos documentales ingleses.
Aullad con ojos desorbitados y lenguas pálidas.
Mostrad al mundo la evidencia de vuestra humildad.
Sed, a paso de ganso, los nuevos jerarcas
de la materia en dispersión.
del temor y la elipsis:
habéis hallado la fuente
de la eterna vejentud
en las poltronas de mis párpados.
Venid, despacio
y fingiendo bostezos puros,
arrastrando las conteras
de vuestras lanzas
hasta roturar los mármoles
de mi pecho faraónico
(os lo dije muchas veces,
cuando era apenas un crío
con sombrero de Napoleón
bajo el brazo tullido).
Venid, salvajes
de enciclopedia coleccionable
en lerdos fascículos:
plantad los colmillos
del mamut disléxico
sobre un óleo de Fra Filippo Lippi.
Pues el cuerpo de la Madonna
es navío bíblico, museo de maderas fósiles
que recuerda (sin intermitencias)
el canto de una antorcha
bajo los planetas mecidos por la brisa.
¡Las selvas, náufragas, os saludan!
¡Los dinosaurios danzan en honor vuestro,
cual ángeles reptilianos, sobre la punta
de un alfiler!
¡Las cavernas, delirio uterino de vuestra especie,
desechan la memoria de vuestros ritos nupciales!
¡Cavernícolas! ¡Cónsules del hueso y el gemido!
Os saluda el fantasma de Stanley Kubrick,
dando vueltas en el vacío de una astronave calcárea.
¡Mirad! ¡La luna se alza sobre vuestra rabia!
Aullad despacio, como hacen los bereberes
al ser castrados desde su más tierna infancia.
Aullad al compás de las bombas que llueven
sobre Dresde en viejos documentales ingleses.
Aullad con ojos desorbitados y lenguas pálidas.
Mostrad al mundo la evidencia de vuestra humildad.
Sed, a paso de ganso, los nuevos jerarcas
de la materia en dispersión.