No sospeches
detrimento ni desidia
no te atrevas a sentir
exculpación ni destino
no agotes la luz
(mía)
que te necesita,
no sientas dejadez
(olvido)
ni parsimonia.
Quizá desees
(o debas)
saber
que me brillas entre deseos,
que estás vigente
en mi alma
como las leyes de la física,
y si entre los rasgos
de la simplicidad
cotidiana
te cuesta concebir
el arraigo que te tengo
Te diré...
Que no tienes ese triste derecho,
porque cada trozo de mi oscuridad
te sueña,
si, a pesar de las batallas silentes
que se dan en la corteza,
adentro hay una falta
que te precisa
todo entero
-a tí-
para dormir lo místico
y sentir el amor
que late
-en silencio-
sin tener
ni la ausencia
ni el miedo
a estar
-sin ti-
Porque otra vez te necesito,
y solo puedo añorarte,
-y pensarte-
como si la tarde fuese
una oda lúgubre a las carencias
-de tí-
que me poseen enteras
Tú estás
entre mi pequeño manantial de recursos,
y puedo ansiar
-mil cosas-
tras beber tu recuerdo,
no olvides mi santuario de bienestar
a tu vera,
y toca tus sueños
con los míos,
imaginando más
-mucho más-
Presiento que puedo quererte,
como me has dicho quererme
-tú a mí-
y creer en más pasos,
unos nuevos
y otros
retomados del tiempo de sequía,
porque si se me produce una pausa
por diminuta que sea,
me brota a su vez en el alma
una gran necesidad
que me late y me delata
una delicia que describo
como una hermosa
apetencia
-de ti-
y por tí.
detrimento ni desidia
no te atrevas a sentir
exculpación ni destino
no agotes la luz
(mía)
que te necesita,
no sientas dejadez
(olvido)
ni parsimonia.
Quizá desees
(o debas)
saber
que me brillas entre deseos,
que estás vigente
en mi alma
como las leyes de la física,
y si entre los rasgos
de la simplicidad
cotidiana
te cuesta concebir
el arraigo que te tengo
Te diré...
Que no tienes ese triste derecho,
porque cada trozo de mi oscuridad
te sueña,
si, a pesar de las batallas silentes
que se dan en la corteza,
adentro hay una falta
que te precisa
todo entero
-a tí-
para dormir lo místico
y sentir el amor
que late
-en silencio-
sin tener
ni la ausencia
ni el miedo
a estar
-sin ti-
Porque otra vez te necesito,
y solo puedo añorarte,
-y pensarte-
como si la tarde fuese
una oda lúgubre a las carencias
-de tí-
que me poseen enteras
Tú estás
entre mi pequeño manantial de recursos,
y puedo ansiar
-mil cosas-
tras beber tu recuerdo,
no olvides mi santuario de bienestar
a tu vera,
y toca tus sueños
con los míos,
imaginando más
-mucho más-
Presiento que puedo quererte,
como me has dicho quererme
-tú a mí-
y creer en más pasos,
unos nuevos
y otros
retomados del tiempo de sequía,
porque si se me produce una pausa
por diminuta que sea,
me brota a su vez en el alma
una gran necesidad
que me late y me delata
una delicia que describo
como una hermosa
apetencia
-de ti-
y por tí.