Viniste a mí temblando
y dijiste magia sentir desde el primer instante
nuestros latidos casi saliéndose del pecho
empezaron a jugar a acompañarse,
y el polen mágico en su vuelo
suave, bello y brillante unía nuestras almas;
cuando nuestras presencias estaban fuertemente inflamadas
ni tú ni yo queríamos separarnos
ni que ese momento fuera a perecer;
entonces, cómplice,
la hilandera de estrellas llegó a llenarnos
con su brillo inusual y delicado,
y ese polvo estelar a regalarnos
mientras nuestros seres cobijaba y aromaba;
así, el nocturno reflejo nuestro
nos acercaba cada vez más
- ya no había nada; sólo estábamos tú y yo-…
En la inmensidad me halagabas
con el mejor destello de tu alma
ibas, también, dejando miel de estrellas en mis labios;
mientras yo, abrazada contra tu pecho
escuchaba el susurro lento de tu voz
- que se ha quedado en mi oído, como un soplo -
diciendo:
“Sólo Siente” a nuestros corazones
que van con un arrullo, armónico,
un sueño acariciando…
¿Te acuerdas?
y dijiste magia sentir desde el primer instante
nuestros latidos casi saliéndose del pecho
empezaron a jugar a acompañarse,
y el polen mágico en su vuelo
suave, bello y brillante unía nuestras almas;
cuando nuestras presencias estaban fuertemente inflamadas
ni tú ni yo queríamos separarnos
ni que ese momento fuera a perecer;
entonces, cómplice,
la hilandera de estrellas llegó a llenarnos
con su brillo inusual y delicado,
y ese polvo estelar a regalarnos
mientras nuestros seres cobijaba y aromaba;
así, el nocturno reflejo nuestro
nos acercaba cada vez más
- ya no había nada; sólo estábamos tú y yo-…
En la inmensidad me halagabas
con el mejor destello de tu alma
ibas, también, dejando miel de estrellas en mis labios;
mientras yo, abrazada contra tu pecho
escuchaba el susurro lento de tu voz
- que se ha quedado en mi oído, como un soplo -
diciendo:
“Sólo Siente” a nuestros corazones
que van con un arrullo, armónico,
un sueño acariciando…
¿Te acuerdas?