Si hubiera manual, si existiera,
si acaso por un instante,
las cartas fueran echadas a la mesa.
Uno puede pararse en una piedra,
cerrar los caminos y tirar la llave,
y como un francotirador acechar.
Mirar hacia fuera, y esperar.
Vería los inviernos, las primaveras,
la gravidez de los otros,
los suicidas, los locos, los amantes.
Y no, no hay manual que diga:
me río de mi soledad,. la de los otros.
Tampoco que a cierta hora debo irme
o quedarme……….
O cerrar los labios para siempre,
y convertirme en juez de las miserias.
La de los otros, las del otro lado del muro,
o de las propias ya dentro de mis muros,
o en la ciega terquedad de los silencios.
Y no sentir calor, tampoco frío.
Uno, el otro. Los demás.
Un universo propio, infinito.
Tan nuestro…
Un manual, una guía, una señal.
si acaso por un instante,
las cartas fueran echadas a la mesa.
Uno puede pararse en una piedra,
cerrar los caminos y tirar la llave,
y como un francotirador acechar.
Mirar hacia fuera, y esperar.
Vería los inviernos, las primaveras,
la gravidez de los otros,
los suicidas, los locos, los amantes.
Y no, no hay manual que diga:
me río de mi soledad,. la de los otros.
Tampoco que a cierta hora debo irme
o quedarme……….
O cerrar los labios para siempre,
y convertirme en juez de las miserias.
La de los otros, las del otro lado del muro,
o de las propias ya dentro de mis muros,
o en la ciega terquedad de los silencios.
Y no sentir calor, tampoco frío.
Uno, el otro. Los demás.
Un universo propio, infinito.
Tan nuestro…
Un manual, una guía, una señal.