Mis heridas viven dentro de mi alma
donde nadie pueda verlas como sangran,
allá, donde las miradas no las alcanzan,
convalecen quebrantando así mi calma.
Puede ser que este sea buen momento
de dejar que se contemple mi agonía.
de enseñar al mundo entero lo qué siento,
y mostrar, que me desangro día a día.
Más no voy a contagiar mi sufrimiento,
impregnar de mi dolor yo no podría
aunque así le diera alivio a mi tormento.
Seguiré desangrándome por dentro,
mantendré ahí escondidas mis heridas
y a la tumba viajaré con el secreto.