Enredada en la espiral
de mi propio pensamiento;
mi verdugo, mi tormento,
es mi juez y es mi condena
me persigue tan de cerca
que respiro con su aliento
me tropiezo con sus piernas
y me hace caer al suelo.
Me acecha en todo momento
sin tregua alguna le enfrento,
me dicta cruel sentencia
golpeándome su maza
con despiadada fuerza;
y me caigo y me levanto
yo continuo enfrentando
y el me sigue sentenciando.
de mi propio pensamiento;
mi verdugo, mi tormento,
es mi juez y es mi condena
me persigue tan de cerca
que respiro con su aliento
me tropiezo con sus piernas
y me hace caer al suelo.
Me acecha en todo momento
sin tregua alguna le enfrento,
me dicta cruel sentencia
golpeándome su maza
con despiadada fuerza;
y me caigo y me levanto
yo continuo enfrentando
y el me sigue sentenciando.