Parece decidido a no escuchar el plan que tengo para conquistarla.
Hoy es jueves y debo verla el sábado.
La conocí hace 3 días, toda de blanco vestida y su sonrisa me cautivó.
37, 38, 39, contaba en voz baja el insolente.
¿Oiga, porque no escucha mi historia? Noté que lo agarraba de la manga
Sí, sí, lo escucho, pero cuente, cuente conmigo las nubes
¡Qué nubes! Me gustan las mujeres ¿acaso a usted…?
Tranquilo, lo que pasa es comprendí que una mujer es en nuestra vida todas las anteriores. Todas escriben la historia en nuestra alma, esa última pone la firma.
Pensé y de golpe tuve frío. ¿Vamos adentro?
Estoy adentro
Una paloma se me vino encima e intentó hacer nido en mi boca ¡me ahogo!
¡Aspiración!
Me sentí desnudo, liviano y desnudo.
Oiga ¿esa nube no tiene forma de mujer? El sol me cegaba
La paloma voló, me sentí aliviado
Todos vemos lo que queremos ver, yo miro nubes, usted mujeres, venga recorramos el cielo.
Y flotando lo acompañé sin moverme. El frío se me colaba por la camisa rota.
Y entonces la vi.
Toda de blanco.
El sol se alejaba. ¿Era sábado ya?
Estaba vestida de enfermera y me cubrió con una manta. Sonrió como solo ella podía hacerlo.
Me invadió un calor tenue y el sol se dividió en mil pedazos.
El vagabundo que no era otro más que yo mismo se alejaba contando nubes con forma de mujer.
Nadia, la mujer de blanco, tomo deliciosamente mi brazo y me inyectó 10 centímetros de carmín.
Sonriendo dijo:
La operación salió muy bien, tranquilo, yo estoy siempre por acá
Ya lo sé, quise decir
Y dormí toda la tarde.