Cuando mi cuerpo inerte ya no reciba la luz del sol
y mis ojos ya no miren, y mis labios ya no besen,
cuando mi aliento se difumine con el ocaso
y mis manos ya no toquen, y mis pies no caminen.
Cuando las rosas perfumadas de luto
surquen el mar y tiñan las olas los pétalos de sal,
cuando ya no pueda sentir el viento,
cuando ya no pueda volver a amar.
¡Oh Dios! no lloréis, no lloréis,
porque aún seguiré escribiendo versos,
sin lápiz, sin papel,
seguiré escribiendo versos, allá donde esté.
Y no lloréis, reíd, no lloréis,
mi espíritu libre sigue avanzando,
y no lloréis, por Dios, no lloréis,
aún seguiré estando en el recuerdo.
Cuando mi disfraz con ojos y boca antes,
ahora, gris ceniza mortal se hunda en el mar,
yo ya no vestiré ese disfraz con manos y pies
ahora, gris ceniza mortal.
Estaré en una nube, quizás en el mismo aire,
seguiré escribiendo versos aún más puros,
y no lloréis, recordadme, no lloréis,
porque mi alma sigue estando con vosotros,
da igual, desde allá donde esté.
Jesús J.J.L