las bicicletas a las cinco de la tarde
la primera vez que escuché a los Beatles.
Recuerdo el rumor de mis pasos yéndome
Y puede que aquella canción tenga matices
que sean como gotas de agua en la pared
como minúsculas estrofas sin sentido
pero es la lluvia que en el cuenco de mi boca se moja
Y otra vez giro la llave hacia la nada
en ese otro país sin renglones ni porcelanas
Simplemente a contraluz de aquel paisaje
y vos mirándome desde la puerta
diciéndome hasta pronto, no tardes demasiado
y mis dedos rozándote las mejillas
mirando como tus labios se entreabren
las miradas se cruzan y se abrazan
y la humedad del contacto no se borra
ni las palabras ni los gestos
simplemente se demoran, se perfuman
y ya no me voy ni cierro la puerta
y aparece entonces este dejo de luz
esta nueva forma de encontrarnos
y la noche al final nos engalana