tarde alada de encuentros rosados,
y verdes, y zarcos… bermellones,
¡de tantos colores!
hociqueándose fruta con flores,
girando y trenzando esos goces,
batiendo en el aire melodías,
a contraluz sus delicias las mías
oblicuas resbalan sesgadas
entre mis dedos caricias,
por todas las noches y días,
por siempre ya escritas
caminito sin surcos
¿a dónde llevan mis huellas fortuitas?