Estoy tan cansada de estar aquí,
ya nada me sorprende,
nada me asombra.
Voy tejiendo telarañas
en los rincones
pero ningún sueño aparece en ellas.
Sólo me queda el viento
y una dulce canción que hace
mis lágrimas brotar.
Antes mis recuerdos eran
fuente de dicha
ahora son sólo una añeja caricia
que recuerda a mi piel
que aún sigo viva
en esta cárcel de huesos fríos.
Ya conozco todas las guaridas
de la noche,
el rostro de sus fantasmas,
y todas las caras de la luna.
Pero aún no encuentro
lo que busco.
Aún no te encuentro…
¡No te asustes!
no me he rendido.
Es sólo que ha pasado tanto tiempo…
Y el peso del mundo
en mis hombros
ya se empieza a notar.