Con sus manos el ébano oscuro
Tocándole en húmedos sueños,
Afanándose en lívido empeño
Degustarle cual fruto maduro.
Envejece aquel músico enfermo
De su musa en sufrimiento eterno,
Imaginándole ser su instrumento
Que maneja en un mismo lamento.
Vibra sus cuerdas paciente
Dejando viajar a su mente,
Imágenes que arden por dentro
Por horas soñando el encuentro.
Acaricia la suave madera
Llamado su nombre que espera,
Imaginando sus curvas en ella
Su piel y su ardiente cadera.
Bailarina que danza en las sombras
Escuchándole atenta por horas,
Esa música ardiente que quema
Excitándole el cuerpo y las venas.
Vidas grises tan cerca de unirse
Alejadas por tímidas voces,
Que gritan a solas ansiosas
Callando sus ganas de amarse,
Horas que pasan atroces
Danzando y tocando celosas.
Tocándole en húmedos sueños,
Afanándose en lívido empeño
Degustarle cual fruto maduro.
Envejece aquel músico enfermo
De su musa en sufrimiento eterno,
Imaginándole ser su instrumento
Que maneja en un mismo lamento.
Vibra sus cuerdas paciente
Dejando viajar a su mente,
Imágenes que arden por dentro
Por horas soñando el encuentro.
Acaricia la suave madera
Llamado su nombre que espera,
Imaginando sus curvas en ella
Su piel y su ardiente cadera.
Bailarina que danza en las sombras
Escuchándole atenta por horas,
Esa música ardiente que quema
Excitándole el cuerpo y las venas.
Vidas grises tan cerca de unirse
Alejadas por tímidas voces,
Que gritan a solas ansiosas
Callando sus ganas de amarse,
Horas que pasan atroces
Danzando y tocando celosas.