en medio de multitudes o soledades de desiertos.
Tanto quemar juventud en ideales inciertos.
Somos cual débil veleta ante caprichosos vientos.
Yo jugué a las escondidas con fantasmas y misterios,
le puse cuernos al alba y a la luna cualquier día.
Fui un rebelde anacoreta, violador de monasterios,
un náufrago del mutismo oliendo a filosofía.
Fui un orate empedernido cuando se me dió la gana,
cuerdo, sabio, cristalino en cualquier cantina urbana.
Y fui en medio de la guerra un soñador libertario
que devoraba palomas con instintos sanguinarios.
Recuerdo cuando era niño, yo intentaba ser adulto
y hoy que la adultez me agobia con irónicos insultos,
un vuelo infantil de sueños castra mi alma turbulenta,
rodando por mis mejillas una salina tormenta.
CALÍGULA