Sería la manera en que fuiste quedándote en palabras, más allá del Bien y del Mal precisamente cuando aquellos no pasaban de ser dos animalitos turbios, raramente despiertos. O la forma en que columbraste el detalle: que no navegábamos dos veces por el mismo río o cinco por los mismos muslos sin digerir el territorio con una extraña dosis de cercanía.
Sería por eso que, mientras el pasado era lo dicho, lo definido, la instantánea de cielo al revés que techaba tu cuarto; el tiempo presente era la apuesta a ése cúmulo de repeticiones quemándose en su propio fuego de palabras, Marcel.
¿Del futuro...? Ni tú ni yo podríamos asegurar nada.
02 Sept 08