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HE DECIDIDO BUSCARTE
Hoy he decidido buscarte, deseo preguntarte y confirmarte algo...
Iré hasta tu casa, aunque es tan difícil... Y necesario que estés más de un instante...
¡Qué pronto llegué!, sí, es el número 286...
Dos golpes rápidos, silencio y un tercero, pero nadie sale, decido entrar... Y la puerta está abierta... Está fría y la penumbra parece decirme que tu casa está vacía y que es inmensa, mas pienso que podrías estar durmiendo.
Allí veo un resplandor, como si viniera del piso de arriba, del primer piso, enciendo algunas luces y siento en mi piel agradable y penetrante tibieza, el límpido espacio trae sonidos lejanos, imprecisos, de distante conversación, además un cálido vapor avanza de la parte posterior de tu colorido y apacible domicilio... Pero, ahora me doy cuenta. Comienzo a percibir nuevos sonidos rítmicos, suaves, constantes, que se vuelven afligidos y perturbadores... Descubro: algo intrincado, quizás un desatino... Y además, distingo las vibraciones deleitosas de un fluir permanente que vivo, a la vez, va y vuelve, abundante, penetrante que hace sonar en mí desconocidas notas que flotan y permanecen para siempre... También advierto una brisa que se hace intensa y entrecortada, como la profanación insólita que el feroz y el más destemplado extravío corta con saña el corazón del árbol, cuya culpa fue vivir. Me rodean más sonidos, y definitivamente no hay nadie en casa, sin embargo, todo está bellamente ordenado; mi aliento se regocija de tanto sabor nuevo, compensado, hondo, que se aloja aquí, irrepetible, completo, claro y vital.
También recibo tu difícil partida, de la que todo lo deja, del que nada se niega, cual emoción que somete al que acecha una presa indefensa, dominante... Siento el vacío de tu partida, siento el dolor de tu ausencia, sufro y amo tu armoniosa tolerancia, admiro tu dichosa consideración, que todo lo mira, más allá del final que recomienza ahora.
Soy un intruso en esta casa vacía y tan llena, quiero marcharme y sin embargo te espero... Mas intuyo,... Algo sucede, todo se altera más... Tu morada se vuelve, sacude, esas voces, gemidos, quejas, todo estalla y confluye hacia el centro del centro y un licor oloroso y caliente, derramado, busca y busca su lecho final... Así todo,... Y todo permanece en su lugar, hasta la paz cósmica que libera energías, inunda, vivifica, vuelve a colorear cada partícula del interior abismal...
Aunque ahora estremecido substancialmente, herida mi esencia cual espina caprichosa que abre surcos en la piel, incorpora, madura y extiende cada desgarrador y estimulante daño en mi consistencia sólida.
Me marcho... Te dejo el mensaje: ANOCHE, ESTUVE EN EL INTERIOR DE TU CUERPO, TE AMO...
