el sabor de tu sangre
que irremediablemente palpita
en el correr en mis venas
recordándome a cada momento
el dulce placer del día,
en que te hice mio.
Fue primero el almibar
y luego la droga
que sedó mis sentidos
para despues aullar
presurosa en busca,
del rio que la acompañe.
Y me enternece tu mirada
tan solícita y dispuesta,
me puede la luna
que te enmarca el rostro
Pero tu sangre me llama...
Y mi razón se nubla
aniquilada por el lobo
que oculta mi piel
y me muerdo la boca
postergando el momento
flajelando mi debilidad
hasta que dos gotas se desprenden
de mis labios.
Són una pequeña ofrenda
que poso en los tuyos
antes de perderme ,gustosamente,
devorada en mi oscuridad,
entre tu cuerpo
y el delírio de tu sangre.