Era un prisma casi moribundo.
Los colores
huían de él.
El vacío
gemía allí dentro.
La noche paseaba
orgullosa
sus horas,
mientras en mi mano
los últimos segundos
del cristal abandonado.
De repente me sentí
ser una piedra
-muy frío eso-
Una mano se posó
sobre mi lomo,
era el rayo de luz
que me llamaba;
luz, no del sol
sino de un prisma en mi ventana.
VILMA PICAPIEDRA LAROCCA
Los colores
huían de él.
El vacío
gemía allí dentro.
La noche paseaba
orgullosa
sus horas,
mientras en mi mano
los últimos segundos
del cristal abandonado.
De repente me sentí
ser una piedra
-muy frío eso-
Una mano se posó
sobre mi lomo,
era el rayo de luz
que me llamaba;
luz, no del sol
sino de un prisma en mi ventana.
VILMA PICAPIEDRA LAROCCA