LA INMOLACIÓN
Tras la luna cruenta y sedienta de sangre,
un rancio aquelarre de brujas siniestras
bailan muy sensuales abriendo sus carnes,
Fascinando crudas, sus mentes desiertas.
Mueven ya sus capas a un ritmo macabro
y un lúgubre viento deseoso de hojas,
agita las ramas casi sin lograrlo,
sacudiendo risas por toda la fronda.
Una de ellas se alza al son de tambores,
dos cuervos la hostigan velando su paso.
Mueve sus caderas, ávidos los hombres,
tentando tocarla, la siguen despacio.
En un altar cubierto de funestas hiedras,
gusanos deambulan dejando una huella.
Invocando un nombre, tejiendo quimeras,
la bruja seduce y atrapa a su presa.
La cañada ruge alaridos crueles,
susurran de miedo las hojas dormidas.
Rojizas burbujas brotan desde el pecho,
y un fuego profano consume su vida.
La bruja extasiada bebe de su sangre,
volutas de humo apestan el aire.
La luna sombría observa silente
el cruel sacrificio de un hombre inocente.
Tras la luna cruenta y sedienta de sangre,
un rancio aquelarre de brujas siniestras
bailan muy sensuales abriendo sus carnes,
Fascinando crudas, sus mentes desiertas.
Mueven ya sus capas a un ritmo macabro
y un lúgubre viento deseoso de hojas,
agita las ramas casi sin lograrlo,
sacudiendo risas por toda la fronda.
Una de ellas se alza al son de tambores,
dos cuervos la hostigan velando su paso.
Mueve sus caderas, ávidos los hombres,
tentando tocarla, la siguen despacio.
En un altar cubierto de funestas hiedras,
gusanos deambulan dejando una huella.
Invocando un nombre, tejiendo quimeras,
la bruja seduce y atrapa a su presa.
La cañada ruge alaridos crueles,
susurran de miedo las hojas dormidas.
Rojizas burbujas brotan desde el pecho,
y un fuego profano consume su vida.
La bruja extasiada bebe de su sangre,
volutas de humo apestan el aire.
La luna sombría observa silente
el cruel sacrificio de un hombre inocente.