Como buena argentina, no podía pasar por alto hablarles del Mate
Tupá y Yasí, después de dar origen a la primera mañana como la conoce el hombre, crearon a todo cuanto existe sobre la tierra, en el cielo y las aguas.
Era de su agrado cuanto veían pero notaban que en todas sus creaciones, e inclusive en el hombre, estaba la interferencia maligna de Aña. Para luchar contra las obras de Aña y sus lacayos, Tupá y Yasí crearon a Tupú, encargándole el peregrinaje sobre la tierra para impartir el bien y combatir a los enemigos de los hombres.
Una tarde Yasí -la luna- orgullosa de cuanto había creado junto con Tupá, descendió a un bosque a orillas del río Paraná con Araí -la nube- para mostrar a esta última las maravillas de los dominios dados a los hombres. Mientras ambas disfrutaban en su forma mortal de las aguas y el paisaje, fueron atacadas por un yaguareté.
Un cazador guaraní armado de una lanza se interpuso entre ellas y el animal. Tras dar muerte al yaguareté, el cazador guaraní giró para ver si las mujeres no habían sufrido ningún daño, pero éstas ya no estaban.
Yasí y Araí, una vez que se sintieron seguras en la morada de Tupá, castigaron al yaguareté haciéndole desde entonces víctima de los cazadores guaraníes.
Para premiar al hombre guaraní, Yasí envió a su servidora Suma para que le entregase la yerba y le enseñase a preparar la infusión con los frutos de aquel bosque donde se había inmolado al primer yaguareté. El cazador fue conocido como Máte y en pocos años toda la tierra guaranítica bebía de la yerba conforme la enseñanza de los dioses.
Durante aquel tiempo Tupú continuó con su misión en tierras alejadas del Paraná y llegó a descubrir que se le había encargado la más ardua y difícil de todas las tareas, lo cual lo llevó a desanimarse y a perder sus fuerzas.
Habiendo llegado a un valle de miseria y desolación extrema, Tupú se dejó caer rendido frente a la morada de un anciano empobrecido. El hombre, a pesar de sus carencias materiales, llevó a Tupú a su hogar, le dio cobijo, comida y agua, quedando él mismo sin comer para alimentar al peregrino.
El emisario de Tupá quedó conmovido por la generosidad de aquel hombre y antes de dejarlo se reveló en su naturaleza espiritual, recompensándole con los secretos de la yerba mate como medicina.
Tras haber aprendido diversas artes sanadoras y alentado por el recuerdo de aquel peregrino, el anciano tomó sus pocas pertenencias, ramas de yerba y se lanzó a peregrinar por las diferentes tekuas -aldeas- guaraníes.
El anciano fue realizando curaciones y diversos milagros en muchas tekuas y pasó a ser conocido como Zumé. De él, la gran familia tupí guaraní recibió los diversos secretos y técnicas en la elaboración de la yerba mate y otras infusiones.
Pasados los años, cuando el tiempo de Zumé se acercaba a su final, se reencontró con el vigoroso, pero también envejecido Tupú. Ambos marcharon juntos por varias tribus impartiendo sus enseñanzas pero, durante un viaje, al cruzar un bosque, fueron envueltos por una tormenta sin que lograsen encontrar ningún refugio próximo, cuando un anciano acudió en su auxilio.
Tras llegar al refugio del anciano, Tupú y Zumé descubrieron que éste era tan pobre como antes lo había sido Zumé, más una agravante. Tenía bajo su cuidado a una hija joven y gravemente enferma.
El hombre sacrificó sus recursos y los de su hija para atender a los peregrinos, sin pedirles nada a cambio. Los compañeros de viaje por su parte se dieron cuenta de que el tiempo de la niña se había cumplido y la única forma que hallaron para perpetuarla fue convirtiéndola en un arbusto de yerba.
Tras esa jornada Zumé fue llevado por Tupú hacia la Tierra Sin Mal. El anciano que los había cobijado tomó el lugar y el nombre de Zumé, dando así fama de su inmortalidad, y la yerba en la que se había convertido su hija se fue mezclando con la yerba dada por Suma a Máte. De esas dos plantas surgió la resistencia de la yerba actual en el suelo guaraní.
De esta leyenda los misioneros jesuitas recibieron y registraron la versión de los tupís, para quienes el responsable de la yerba mate era el sabio Zumé, luego llamado Paí Sumé, un peregrino de gran sabiduría y realizador de milagros que había arribado a sus tierras en tiempos inmemoriales. Los padres jesuitas interpretaron que Sumé sería Santo Tomás cuyo espíritu se les había aparecido a los naturales, lo que fue incorporado a las leyendas autóctonas a partir de las historias ya difundidas por los religiosos como estrategia evangelizadora. La versión de que Santo Tomás fue el responsable de la yerba mate es muy conocida en Paraguay, contando la versión con sus respectivos poemas.
Otra historia similar que abunda en las orillas del río Paraná es aquella en la cual San Juan y San Pedro fueron albergados por un anciano guaraní que tenía a su hija moribunda. A pesar de su pobreza y del dolor que aquejaba a su hija, el anciano no escatimó recurso para atender a los peregrinos.
Durante la noche la chica falleció y al amanecer los peregrinos se revelaron al anciano, manifestando San Pedro la suerte bendita del alma de la joven en el cielo y convirtiendo San Juan al cuerpo yermo en una planta benéfica y protectora.
El mate es una bebida similar al té que se consume principalmente en Argentina, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil. Se elabora a partir de las hojas y tallos secos del árbol perenne Ilex paraguarensis y se le da el nombre de "yerba mate". El nombre "mate" deriva de la palabra quechua "matí" que significa vaso o recipiente para beber. El nombre científico Ilex paraguarensis le fue dado por el naturalista y botánico francés Auguste de Saint Hilaire en 1822. El árbol crece entre los paralelos 10° y 30° (sur) en la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay. Es una planta tropical y subtropical que necesita altas temperaturas y humedad y hasta 1500 mm de lluvia anual. Se producen unas 500.000 toneladas de mate al año.
Alguien se anima a probar??
Tupá y Yasí, después de dar origen a la primera mañana como la conoce el hombre, crearon a todo cuanto existe sobre la tierra, en el cielo y las aguas.
Era de su agrado cuanto veían pero notaban que en todas sus creaciones, e inclusive en el hombre, estaba la interferencia maligna de Aña. Para luchar contra las obras de Aña y sus lacayos, Tupá y Yasí crearon a Tupú, encargándole el peregrinaje sobre la tierra para impartir el bien y combatir a los enemigos de los hombres.
Una tarde Yasí -la luna- orgullosa de cuanto había creado junto con Tupá, descendió a un bosque a orillas del río Paraná con Araí -la nube- para mostrar a esta última las maravillas de los dominios dados a los hombres. Mientras ambas disfrutaban en su forma mortal de las aguas y el paisaje, fueron atacadas por un yaguareté.
Un cazador guaraní armado de una lanza se interpuso entre ellas y el animal. Tras dar muerte al yaguareté, el cazador guaraní giró para ver si las mujeres no habían sufrido ningún daño, pero éstas ya no estaban.
Yasí y Araí, una vez que se sintieron seguras en la morada de Tupá, castigaron al yaguareté haciéndole desde entonces víctima de los cazadores guaraníes.
Para premiar al hombre guaraní, Yasí envió a su servidora Suma para que le entregase la yerba y le enseñase a preparar la infusión con los frutos de aquel bosque donde se había inmolado al primer yaguareté. El cazador fue conocido como Máte y en pocos años toda la tierra guaranítica bebía de la yerba conforme la enseñanza de los dioses.
Durante aquel tiempo Tupú continuó con su misión en tierras alejadas del Paraná y llegó a descubrir que se le había encargado la más ardua y difícil de todas las tareas, lo cual lo llevó a desanimarse y a perder sus fuerzas.
Habiendo llegado a un valle de miseria y desolación extrema, Tupú se dejó caer rendido frente a la morada de un anciano empobrecido. El hombre, a pesar de sus carencias materiales, llevó a Tupú a su hogar, le dio cobijo, comida y agua, quedando él mismo sin comer para alimentar al peregrino.
El emisario de Tupá quedó conmovido por la generosidad de aquel hombre y antes de dejarlo se reveló en su naturaleza espiritual, recompensándole con los secretos de la yerba mate como medicina.
Tras haber aprendido diversas artes sanadoras y alentado por el recuerdo de aquel peregrino, el anciano tomó sus pocas pertenencias, ramas de yerba y se lanzó a peregrinar por las diferentes tekuas -aldeas- guaraníes.
El anciano fue realizando curaciones y diversos milagros en muchas tekuas y pasó a ser conocido como Zumé. De él, la gran familia tupí guaraní recibió los diversos secretos y técnicas en la elaboración de la yerba mate y otras infusiones.
Pasados los años, cuando el tiempo de Zumé se acercaba a su final, se reencontró con el vigoroso, pero también envejecido Tupú. Ambos marcharon juntos por varias tribus impartiendo sus enseñanzas pero, durante un viaje, al cruzar un bosque, fueron envueltos por una tormenta sin que lograsen encontrar ningún refugio próximo, cuando un anciano acudió en su auxilio.
Tras llegar al refugio del anciano, Tupú y Zumé descubrieron que éste era tan pobre como antes lo había sido Zumé, más una agravante. Tenía bajo su cuidado a una hija joven y gravemente enferma.
El hombre sacrificó sus recursos y los de su hija para atender a los peregrinos, sin pedirles nada a cambio. Los compañeros de viaje por su parte se dieron cuenta de que el tiempo de la niña se había cumplido y la única forma que hallaron para perpetuarla fue convirtiéndola en un arbusto de yerba.
Tras esa jornada Zumé fue llevado por Tupú hacia la Tierra Sin Mal. El anciano que los había cobijado tomó el lugar y el nombre de Zumé, dando así fama de su inmortalidad, y la yerba en la que se había convertido su hija se fue mezclando con la yerba dada por Suma a Máte. De esas dos plantas surgió la resistencia de la yerba actual en el suelo guaraní.
De esta leyenda los misioneros jesuitas recibieron y registraron la versión de los tupís, para quienes el responsable de la yerba mate era el sabio Zumé, luego llamado Paí Sumé, un peregrino de gran sabiduría y realizador de milagros que había arribado a sus tierras en tiempos inmemoriales. Los padres jesuitas interpretaron que Sumé sería Santo Tomás cuyo espíritu se les había aparecido a los naturales, lo que fue incorporado a las leyendas autóctonas a partir de las historias ya difundidas por los religiosos como estrategia evangelizadora. La versión de que Santo Tomás fue el responsable de la yerba mate es muy conocida en Paraguay, contando la versión con sus respectivos poemas.
Otra historia similar que abunda en las orillas del río Paraná es aquella en la cual San Juan y San Pedro fueron albergados por un anciano guaraní que tenía a su hija moribunda. A pesar de su pobreza y del dolor que aquejaba a su hija, el anciano no escatimó recurso para atender a los peregrinos.
Durante la noche la chica falleció y al amanecer los peregrinos se revelaron al anciano, manifestando San Pedro la suerte bendita del alma de la joven en el cielo y convirtiendo San Juan al cuerpo yermo en una planta benéfica y protectora.
El mate es una bebida similar al té que se consume principalmente en Argentina, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil. Se elabora a partir de las hojas y tallos secos del árbol perenne Ilex paraguarensis y se le da el nombre de "yerba mate". El nombre "mate" deriva de la palabra quechua "matí" que significa vaso o recipiente para beber. El nombre científico Ilex paraguarensis le fue dado por el naturalista y botánico francés Auguste de Saint Hilaire en 1822. El árbol crece entre los paralelos 10° y 30° (sur) en la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay. Es una planta tropical y subtropical que necesita altas temperaturas y humedad y hasta 1500 mm de lluvia anual. Se producen unas 500.000 toneladas de mate al año.
Alguien se anima a probar??