Yo, siempre deudor; sí, el jugador;
llamo al poema sin nombre
simplemente: Ambición.
Palabra del crudo aroma
que atesora mi mente.
Trinar de cristales rotos;
fruto de la virtud y el desacierto.
No es talla en piedra,
ni vórtice del silencio.
No es memoria que señale
el rumbo de las heridas.
Flema, que si escupo a la calle
se extraviaría en la noche.
Rúbrica de mi ignorancia;
mas nunca, espuma
en suelo que la entierre.
Poema que no ha nacido,
y sin embargo... poema con nombre.
-Ignathius-