De pasar la mano
por tu negra cabellera,
mujer que acechas.
Voraz espada,
que no te halagas
con las seductoras voces
del arrepentimiento.
Fiera, guardiana
de aquellos que descalzos van
por los filosos
caminos de la vida.
Incesante compañera,
emergida
de los invisibles abismos
de al lado.
Espesa y cálida... sombra que me iluminas.
-Ignathius-