Esta reflexión está dedicada a todos aquellos que se han permitido sentir un dolor indefinido, inubicable, hoy en el pecho, mañana en el estómago, en realidad en el alma: es una manifestación de una ausencia, puede ser una ausencia de amor, el recuerdo o simplemente la falta de la casualidad de un amor, porque para que usted se haya enamorado de su pareja han tenido que suceder casualidades: casualmente fueron al mismo lugar a bailar, casualmente el mismo día, casualmente sus miradas se encontraron, casualmente los dos bailan bien o mal; quiere decir que por una casualidad usted no está enamorado de infinitas otras mujeres o viceversa y puede suceder que a pesar de estar enamorado de su pareja sienta el guiño de la casualidad en el brillo de otros ojos, en otro gesto, otra sonrisa, otro perfume y ahí entra usted en esa zona gris donde los sentimientos se liberan de los lazos que los atan a una determinada persona y juegan con otros sentimientos, también libres de sus dueño.
Y en esa zona gris entre el mundo real y el mundo posible, habita la ausencia, la falta de. Entonces usted que no tiene ese dolor, que al amor lo considera un tema menor, que no le falta nada, me reclama que hay, o mejor dicho, que falta, respeto, justicia, solidaridad, honor, y tiene razón, mucha razón pero le recuerdo que todos esos valores que reclama tienen mucho que ver con el amor y si los reclama es porque no los tiene o no se los dan: es su ausencia (y también la de muchos otros, entre los que me cuento).
Yo, mejor dicho, mis sentimientos, cuando entran a ese gris de ausencia, me pongo nostálgico, añoro las tardes de fresco sentado en la vereda, el olor de la escuela N° 8, las fugaces promesas de amor –para siempre- candorosamente adolescentes, embrionaria manifestación de la traición del tiempo, y añoro otras –y sin embargo las mismas- palabras, citas, encuentros y porque no desencuentros, fracasos, porque implicaban por lo menos un intento. Lamento que ahora se intente tan poco, que se tenga esa actitud tan resignada. Que se use la imaginación no para volar más alto sino para caer más bajo.
Y creo reconocer a esos fantasmas del pasado que me acompañan, por eso tengo la posibilidad de cambiar, de rectificarme, de perdonar, por eso le sugiero que mire para atrás, que no es retroceder como afirman algunos, sino tomar impulso para cambiar, es lograr una ínfima ventaja contra el tiempo, porque no se olvide que no está viviendo un borrador que pasará en limpio en una próxima vida verdadera: ésta es la vida, la única.
Ahí radica la importancia de lo efímero, lo fugaz, de las cosas que realmente valen la pena: una caricia tierna y a los ojos de un chico “de la calle”, un apretón de manos, una palmada al que pide, demostrándole que a falta de pan por lo menos podemos ofrecerle comprensión y respeto, despacito y en silencio poner el hombro, el corazón, el bolsillo y el oído y el tiempo para el que lo necesite (políticos abstenerse, por lo menos la mayoría…).
Y cuando usted mismo sea un gris de ausencia si logró encender una sonrisa o apagar una lágrima su vida no fue en vano.
PD/ La frase de hoy es: “SIEMPRE existe la forma de ayudar y de pedir perdón, debemos encontrarla” P. M