Concierto oculto tras el pecho. Cadencia. Círculo amplificado cuya reverberación alcanza órbitas inscritas en la dimensión número trece y siempre fuera de este mundo. Constelación de estrellas subterráneas. Cráter que irrumpe aproximándose con su lava a la velocidad de la luz, más cerca, más. Cordón umbilical –palabra– que nos ata a lo invisible. Camino. Canto. Cuerda. Clavija. Corriente de aguas turbulentas recorridas por dos peces plateados mitad vivos mitad sobreviviendo, peces que dejan sobre sí una estela, la de la corriente, fatal.
Coral de una barrera que tiene sed de infinito.
Cielo que es una mina a tajo abierto y nos invita a explorarla. Cavemos en ella, cuidadosamente. Cabemos en ella. Casi enterrándonos, pero en la dirección opuesta. Creyendo que podemos como si supiésemos. Construcción de un palacio antiguo extrañamente nuevo. Cruz de los culpables. Conciencia de los inocentes. Clavo de los que intentan hincarse en sí mismos. Certeza de los que pretenden mirarse en un espejo. Clarificación de quienes finalmente se miran. Condena de los que se intuyen en el reflejo.
Complacencia que se arruga ante lo desconocido. Claro de un bosque que no conoce la luz sino el olvido. Cavidad donde ocurre el milagro de la imaginación. Cumbre de la memoria. Crisálida de una mariposa que alcanzará a vivir treinta segundos y medio (lo suficiente como para decir basta, basta, ya es tarde, hay que cerrar los ojos, adentro). Caos vertiginoso cuyo orden nos pone en movimiento: trampolín absoluto de las horas más vacías. Coraza frente a la idiotez. Corteza para el egoísmo. Cristal de voces que se entrelazan al tiempo que se dan unas a otras; más bien: resultado de quien conquista la voz, la única.
Cobardía y coraje, todo en uno. Compresa recomendable cuando se desea detener el flujo sanguíneo frente a una posible hemorragia, sobretodo si ésta es producto de una llaga inesperada o literalmente siniestra. Corsario que descubre arenas que no ha pisado ni siquiera Robinson Crusoe. Cráneo de un hombre sin rostro. Ceguera del que vive al otro lado de sí mismo y nunca en otros. Cruce simbólico de una línea recta. Contradicción absoluta que habita el templo de lo cotidiano y lo hace brillar bajo la luz ultraterrena de la perspectiva, de lo que podría llegar a ser pero no es, por miedo, por ineptitud, por ignorancia y, sin embargo, se entrevé a través de la voluntad humana más férrea: la batalla contra el silencio de quien lucha por no dejar nunca de decir lo dicho.
Cuerda del reloj que cada uno contiene dentro de sí. Contigo venceremos y no por ti. Contigo y no a ti. Contigo: coro que busca el denominador común del amor y la soledad. Cualidad peligrosa por insolente. Carne. Corazón. Cuerpo. Casa de una patria hueca, sin fondo, así te veo.
Como el río. Conforme al río. Con él.