por evil 333 Sáb Jul 12, 2008 12:30 pm
intentó calmarse y escuchar la radio con atención... no eran aullidos, eran chirridos, como si dos sierras frotaran una contra otra, intentó modular el aparato pero, moviera hacia donde moviera el dial, permanecía el mismo ruido... escuchó atentamente y se dió cuenta que había una voz que repetía unas palabras débiles, casi inaudibles entre los chirridos, movió el equalizador, bajó a cero los agudos y las reverberaciones, puso más volumen... la voz se oyó con más claridad, repetía como desde ultra tumba:
"los muertos hablarán Josefina... los muertos hablarán..."
se le erizó el vello a Josefina, miró su casa, tan grande, estilo español del siglo pasado que su marido compró alejada de la ciudad para poder trabajar en sus esculturas con relax, miró aquel altillo y vió la ventana desde la que él saltó aquel día aciago. Fue tan extraño aquello, su marido nunca tuvo motivos para suicidarse, ni tenía depresiones, y precisamente por aquella época estaba muy bien, se le veía contento, animado, incluso más de lo normal... la voz femenina de la radio y los chirridos seguían, apagó la radio y volvió a mirar la casa, recordó la chica con la que trabajaba su marido por aquel entonces... aquella chica tan dulce... ¿cómo era su nombre? bajó del coche y regresó a la casa... tenía que pensar, no podía ir a la policía o la tomarían por loca