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Parece que no estoy aún bien y debo quedarme un día más aquí observando.
Porque yo soy un observador. Si tuviera que llamarme algo a mí mismo, me llamaría eso: Observador. Esa es mi dedicación primera, observar. Observo a las personas, los animales y las cosas ¿Que por qué hago eso? Pues para justificar mi presencia en la Tierra y porque me da mucha risa ver las cosas que hace la gente y los seres de otra condición para conseguir lo que quieren y desean.
Aparentemente los humanos son complejos (digo que “son” porque yo me excluyo ya que soy un visitante de otro planeta), unos quieren ciertas cosas que otros rehúsan, por ejemplo, unos quieren ser futbolistas, y otros que no dan la talla no quieren serlo, gracias a ello el ser humano goza de una gran pirámide de aficiones y labores a las que se puede dedicar sin molestar a los futbolistas.
Pero ¿Es de verdad complejo en sus gustos el ser humano? Lo cierto es que no. El ser humano es complejo solo en apariencia, en realidad todos quieren ser muy ricos, ser venerados como dioses y joder con tres parejas diferentes al día y otras tres por la noche. Es decir, incluso el presidente de EUA quisiera ser emperador de Roma y, aunque a costa fuese de volver a tirar cristianos a los leones, llamarse Nerón.
0.1
Se dice que sobre gustos no hay nada escrito: ¡Mienten! Por ejemplo, beber un vino tinto reserva de 1959 con una taza de café es, no solo de mal gusto: ¡Es infame! Y no lo digo yo, aunque podría, lo dicen quienes escriben sobre gustos.
¡Pero qué más da otra mentira! Los humanos mienten más de lo que respiran. Se engañan unos a otros, a sus madres e hijos; engañan a hacienda, a su abogado, al chucho y, lo más curioso: ¡Se mienten a sí mismos!
No es serio el humano, sus numerosas anomalías existenciales no le permiten serlo y por mucho que se empeñe en alcanzar algún tipo de sanidad trascendental fracasa porque sus delirios de grandeza corren muy por delante de sus posibilidades reales. Por ejemplo (cojo ejemplos al azar yo, pongo solo uno de muestra para no cansar con detalles; detalles y ejemplos que el lector, por sí mismo, ya conoce o puede averiguar pensando) no es verdad que todo lo que sube vuelve a bajar. Los gases emitidos por el pedo del animal, sea de persona o lagartija, suben, suben, suben un poco más, llegan donde la capa de ozono y nunca más vuelven a bajar. Se quedan allí. Infectando… Junto, cabe decir, a otros gases y gazmoñerías que se lanzan a los cielos por puro ánimo de lucro, ansia de poder o mera diversión.
Parece que no estoy aún bien y debo quedarme un día más aquí observando.
Porque yo soy un observador. Si tuviera que llamarme algo a mí mismo, me llamaría eso: Observador. Esa es mi dedicación primera, observar. Observo a las personas, los animales y las cosas ¿Que por qué hago eso? Pues para justificar mi presencia en la Tierra y porque me da mucha risa ver las cosas que hace la gente y los seres de otra condición para conseguir lo que quieren y desean.
Aparentemente los humanos son complejos (digo que “son” porque yo me excluyo ya que soy un visitante de otro planeta), unos quieren ciertas cosas que otros rehúsan, por ejemplo, unos quieren ser futbolistas, y otros que no dan la talla no quieren serlo, gracias a ello el ser humano goza de una gran pirámide de aficiones y labores a las que se puede dedicar sin molestar a los futbolistas.
Pero ¿Es de verdad complejo en sus gustos el ser humano? Lo cierto es que no. El ser humano es complejo solo en apariencia, en realidad todos quieren ser muy ricos, ser venerados como dioses y joder con tres parejas diferentes al día y otras tres por la noche. Es decir, incluso el presidente de EUA quisiera ser emperador de Roma y, aunque a costa fuese de volver a tirar cristianos a los leones, llamarse Nerón.
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Se dice que sobre gustos no hay nada escrito: ¡Mienten! Por ejemplo, beber un vino tinto reserva de 1959 con una taza de café es, no solo de mal gusto: ¡Es infame! Y no lo digo yo, aunque podría, lo dicen quienes escriben sobre gustos.
¡Pero qué más da otra mentira! Los humanos mienten más de lo que respiran. Se engañan unos a otros, a sus madres e hijos; engañan a hacienda, a su abogado, al chucho y, lo más curioso: ¡Se mienten a sí mismos!
No es serio el humano, sus numerosas anomalías existenciales no le permiten serlo y por mucho que se empeñe en alcanzar algún tipo de sanidad trascendental fracasa porque sus delirios de grandeza corren muy por delante de sus posibilidades reales. Por ejemplo (cojo ejemplos al azar yo, pongo solo uno de muestra para no cansar con detalles; detalles y ejemplos que el lector, por sí mismo, ya conoce o puede averiguar pensando) no es verdad que todo lo que sube vuelve a bajar. Los gases emitidos por el pedo del animal, sea de persona o lagartija, suben, suben, suben un poco más, llegan donde la capa de ozono y nunca más vuelven a bajar. Se quedan allí. Infectando… Junto, cabe decir, a otros gases y gazmoñerías que se lanzan a los cielos por puro ánimo de lucro, ansia de poder o mera diversión.